sábado, 9 de agosto de 2014
lunes, 18 de noviembre de 2013
DEFINICIÓN DE ORALIDAD DE FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
POR EDICIONES COMOARTES
ENTREVISTADO
/ LA ORALIDAD ES LA SUMA DE LA VIDA
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Hace años, un tiempo considerable, desde antes de que la Real Academia de la Lengua se interesara por la palabra “oralidad” e intentara concretarla (aún no está definida en la última edición de su Diccionario impreso), que yo definí científicamente (desde la Antropología, las Ciencias de la Comunicación, y la propia Oralidad) en mis entrevistas, artículos, libros este término al formular que:
miércoles, 20 de febrero de 2013
FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES Y LA NARRACIÓN ORAL ESCÉNICA
lunes, 14 de mayo de 2012
SOBRE LA NARRACIÓN ORAL ESCÉNICA: CLAVES MÁGICAS DE GARZÓN CÉSPEDES / PALABRAS DE FERNANDO RODRÍGUEZ SOSA
Palabras del año 1992
reproducidas en homenaje
domingo, 28 de agosto de 2011
CONTAR ES SER
Contar es comunicación. Contar con todos es ser en la comunicación con los otros. Ser como uno es con uno mismo, compartir lo mejor de uno mismo. Contar es acto de amor colectivo.
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Decían ya hace siglos los primeros: Lo más importante es ser.
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Y esa sola palabra define el sentido de la vida. Tal es su verdad. Tal es su fuerza.
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Y qué difícil es ser. Qué batalla contra nuestros propios temores, contra nuestras pro-pias barreras, contra nuestras incapacidades. Y contra los errores, prejuicios, fronteras y mie-dos de los otros.
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Tan difícil como ser, resulta el darse a cada momento como uno es.
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Cuánto dejamos de compartir por no ser capaces de decir: Así somos.
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Cuánto dejamos de compartir por no arriesgarnos al rechazo o a la incomunicación. Cuando la mayor incomunicación es la de no mostrarnos tal como somos, la de no saber si podemos reconocernos en quien nos acompaña; e incluso, la de no exigir ser aceptados como somos y a la vez aceptar a los demás como son -siempre que su modo de ser no signifique estar en las filas de la reacción y la muerte.
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Todo acto de amor es limpia vida. Toda comunicación amorosa reafirma el universo.
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Cómo se puede creer en el acto de contar, si uno no cree en el ser humano.
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Cómo se puede creer en el ser humano, si no se cree primero en uno mismo. Si uno no se fortalece en su relación con los otros y si uno no es capaz de encontrar entre los otros la generosidad y la confianza, el amor y la entrega, que, desde uno, se reconoce en aquellos que en idéntica reafirmación y búsqueda, construyen. No en estado de gracia, sino en toma de conciencia. No en la perfección del espejismo, sino en la imperfección que lucha por ser mejor y por mejorar, humilde pero esforzadamente, el mundo.
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Me duele la desconfianza porque muchas veces es inseguridad de quienes me rodean. O desconocimiento. Me entristece el egoísmo, y la mezquindad, porque muchas veces son desgarramiento y sobrevivencia en quienes los proyectan. No conozco casi otro sentimiento tan terrible como la conmiseración. Y sin embargo, a veces para no odiar, para comprender, para tocar fondo, termino siendo conmiserativo. Sobre todo si creo que existe una mínima esperanza de transformación en ese ser humano que me despierta conmiseración. Hablo de los que crecen menos, de los que necesitan ascender hacia la verdad, que es vida compartida y es batalla por crear desde el amor. Por contar desde el amor.
Somos responsables por todo. La narración oral es transparente.
* Palabras de Francisco Garzón Céspedes, de 1981, y reescritas en 1990, y leídas en la Inauguración del Cuarto Encuentro Teórico Iberoamericano de Narración Oral Escénica, España, 1992.
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domingo, 3 de julio de 2011
PRÓLOGOS DE JUAN TAMARIZ A LA EDICIÓN DE EL ARTE (ORAL) ESCÉNICO DE CONTAR CUENTOS
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DEL HOMBRE
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Érase una vez un cuento que contenía todos los cuentos. Y todas las magias. Porque quien lo contaba, y al contarlo, irradiaba magia sin cuento.
Cuentan, y no paran de contar, de este hombre que narra cuentos llenos de poesía, los cuentos y él, llenos de ternura, él y los cuentos, absolutamente mágicos, los cuentos, los oyentes y él.
Fue hace mucho tiempo, cuando le encontré encaramado a un escenario, allá en las altas montañas de los Andes, en Bogotá, enfrentándose a la hermosa y difícil tarea de convertir un público que iba a reírse con chistes en un público que pudiese gozar con sus poéticos cuentos.
¡Y cómo lo transformó!...
¡Plis...! ;Plan...! y ya está.
Aquellos hombres y mujeres que tan sólo momentos antes reían con los chistes más o menos subidos de tono de los cómicos, se emocionaban con los cuentos de amor y de humor de aquél hombre vestidito de negro, tímido y tierno, tan solito él en aquél escenario tan frío y gigantesco.
Pues no habían pasado más que escasos minutos y aquellos hombres y mujeres aplaudían entusiasmados a aquél hombre todo vestido de negro, tímido y tierno, tan gigantesco y cálido, en aquél escenario mágico lleno, llenísimo ahora, de los personajes de sus cuentos: el matemático, y el mago, y el político, y el campesino, y tantos y tantos otros...
Porque gracias a lo que emanaba de su persona, gracias a la magia de sus palabras, gracias al arte bellísimo con que narraba sobre aquella escena, Francisco Garzón Céspedes, poeta y amante, había realizado la transformación de todos nosotros y de nuestro estado de percepción; nos había hecho entrar en sus cuentos, nos había emocionado, nos había provocado a pensar, nos había encantado y encuentado.
Y colorín colorado este prólogo se ha acabado.
DEL ARTE
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La narración oral escénica de cuentos es un arte nuevo de remotísimos orígenes. Es una de las artes escénicas, hermana del teatro, del mimo, y, naturalmente, de la magia.
Decía el mago Robert Houdin, el célebre mago francés del siglo XIX que un mago es un actor que representa el papel de brujo, y así ha sido repetido por teóricos de la magia escénica y magos en general. Pero ésta es una frase con trampa (nada raro proviniendo de un ma-go). Un mago tan sólo es un actor que representa el papel de brujo cuando está representando algún sketch u obra dramática, solo o con otros actores; pero no, evidentemente, cuando se dirige al público como interlocutor, sin cuarta pared, sin guión previo escrita, variando su charla de acuerdo con las intervenciones del público, haciendo participar activamente a los espectadores en sus juegos, haciéndoles subir al escenario, o bajando él mismo al patio de butacas, modificando el juego de magia que está presentando según las reacciones del público y, sobre todo, no representando ningún papel ajeno, sino simplemente hablando y siendo él mismo, con su propia personalidad, edad, carácter, etc...
Y así pasa con el narrador oral escénico de cuentos, como Francisco Garzón analiza de forma magistral en uno de los capítulos de este fundamental tratado sobre el nuevo arte. Fundamental por su importancia; y fundamental porque es el propio Garzón el fundador de este arte.
Este libro es muchas cosas a la vez: autobiográfico a veces; de aventuras continuamente; teórico y analítico las más e histórico en su conjunto.
Cualquiera que se interese por una aventura personal extraordinaria, o por las artes escénicas, o por la magia de los cuentos, o por la poesía, la ternura o el amor, hará bien en respirar hondo tras la lectura de éste a modo de prólogo en dos partes, ya bastante más largo de lo que yo quería, para zambullirse de lleno en el mundo nuevo, que nos trae este poeta cubano (del nuevo mundo), en los entresijos del nuevo Arte de la Narración Oral Escénica de Cuentos.
Porque, os cuento:
“Érase que se era...”
Y se abre el telón.
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lunes, 4 de abril de 2011
HUBO QUE CONTAR...
Desde el grito de la estirpe, el ser humano empezó a contar, pues había que hacer, y este hecho necesario se convirtió en la fundación del género humano, y un poco más tarde, de la civilización misma. De manera que para ese hacer hubo que contar, contar siempre. De lo contrario, no hubiese podido encarnarse la comunicación, que no es sino la esencia de la vida del ser humano. Entonces, vale recordar que si el primer ser humano no le hubiese contado a su hijo acerca de cómo se cazaba y cómo había que conjurar los peligros; y si luego el conocimiento y el inicio de la cultura no se hubiesen podido transmitir por medio de las tradiciones orales, hoy no estaríamos aquí. Pero, estamos aquí, y justo para inaugurar el Primer Festival Internacional de Narración Oral Escénica de La Habana, Cuba, pues gracias a la labor de la Cátedra Iberoamericana Itine-rante de Narración Oral Escénica, el contar no sólo ha venido en los últimos años a subrayar en el mundo la importancia que para los humanos tiene ese acto, sino que además se nos ha devuelto enriquecido y mejor sublimado. Y sin duda alguna, hay que destacar la gran creación de Francisco Garzón Céspedes, quien ha sido y es el don aglutinador, y el alma que ha revivido la antigua llama al mismo tiem-po que ha creado un nuevo arte y una estética para su Movimiento. Para el Gran Teatro de La Habana es motivo de beneplácito que el Primer Festival Internacional del género tenga lugar en su recinto, porque se está con ello indicando una signifi-cación, cuya puesta en práctica será entre nosotros. Y, queremos expresar la más cálida bienvenida a los narradores orales que han arriba-do a La Habana. El Gran Teatro los acoge y les agradece. Ustedes son la presencia tácita de ese acto, el contar, que en el decir del propio Garzón, no es sino amor. Muchas gracias.