ENTRECUENTOS CON FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
Periodistas y críticos le llaman “el mejor contador de cuentos del mundo”. El cu-bano Francisco Garzón Céspedes estuvo en Santa Fe para presentarse en el Gran Teatro Municipal y para dictar un curso de narración oral escénica. Mencionar sus antecedentes es dejar de lado la entrevista por una cuestión de espacio. Entrevistar lo entrevistado es preguntar cien mil veces lo ya preguntado. Pero: ¿Cómo hacer cuando se está frente a un hombre que, como él se declara y se desnuda, se viste y se desviste y sí, por si fuera poco, te ama y te abraza a través de la magia de sus palabras? ¿Suyas? Algunas, sí; otras, no. Da igual, porque lo que no le pertenece, termina perteneciéndole en un trabajo febril y emotivo de re-creación.
–¿Quién eres?
Soy un ser humano que está alerta consigo para comportarse como una buena persona. Lo que deviene: intentar la llegada una y otra vez a una meta que se aleja. Uno tiene dudas sobre el intento y sobre la meta. Porque intento y meta se insertan en este momento del desarrollo humano. Un desarrollo en ascenso, pero lleno de retrocesos y de avances. Soy también una suerte de juglar ilustrado contemporáneo. Con varias profesiones: escritor, periodista, hombre de la escena, investigador, docente. Todas entrelazadas en la profesión del narrador oral escénico que también soy. No dejan de despertar mi asombro las denominaciones que para nombrarme han utilizado, y hallado, los periodistas y los críticos a lo largo de varias décadas. Mi vida, mi trabajo y mi obra han obtenido mucha atención y respeto. Soy, entonces, un hombre afortunado. Pero lo que cada vez resulta más visible es que, por sobre todas las cosas, soy simplemente un hombre que ama. Y que es amado.
Él dice que es: "Narrador oral escénico", es él quien ha iniciado este Movimiento pendular de la magia y la palabra hasta y desde el cuento en un camino de ida y vuelta y desde la forma más primitiva que tuvo el hombre de transmitir lo que sentía.
–¿Por qué en tu libro "cuentos para aprender a contar", está como en una segunda parte el título "cuentos donde sorprenden gaviotas" y al leer estos textos las gaviotas aparecen a veces como un complemento de la ternura y otras como aves de mal agüero o de presagios trágicos? ¿Es así?
"Cuentos donde sorprenden gaviotas" (1995) primero se publicó como un libro en sí: "Amor donde sorprenden gaviotas" (1980), que reunía treinta de sus cuarenta relatos. Diez mil ejemplares que de un tirón fueron adquiridos en las librerías. Ya desde antes de salir el libro, desde fines de los años setenta, estos relatos poéticos, que el público conocía por mis presentaciones y por la inclusión de un número significativo en publicaciones, habían encontrado el fervor de oyentes y lectores: se los aprendían y los decían a quienes amaban, los copiaban a mano para darlos, los reinventaban al compartirlos. Así que estas gaviotas entraron al corazón y a la razón de la gente, pienso que porque allí están sus nidos. Y porque, siendo siempre gaviotas, aves no humanizadas, son símbolo, más posible que probable, nunca imposible, que llama la atención sobre la complejidad humana. Acerca de sus contradicciones y enfrentamientos. Y acerca de sus batallas, las de los humanos, para ser mejores.
Varios de estos relatos poéticos están en el repertorio de narradores orales de diferentes países. Alguno fue fotografiado con actores y publicado como un cuento en imágenes en una revista masiva para jóvenes. Entrelazando o reescribiendo varios de ellos cree unos monólogos que constituyeron, al publicarse, el primer libro de monólogos teatrales editado en Cuba: "Monólogos de amor por donde cruzan gaviotas" (1980). Representados en unos y otros países; como textos dramáticos fueron, sólo en tres años: unos traducidos al inglés y otros al holandés, unos incluidos en antologías y otros en suplementos culturales y revistas de catorce países (tengo en este minuto el dato de trece: Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, Holanda, México, Panamá, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela): del suplemento cultural del diario más importante de Colombia, El Tiempo, a la revista Plural de Excélsior, el más relevante de los diarios mexicanos. Considero que el vuelo de estas gaviotas, la difusión de estos relatos, están directamente relacionados con ese significar ternura en unos casos o presagiar tragedia en otros, con ese asombrar o ridiculizar, con su capacidad para el humor o para la emoción. Cuando un libro es recreación de muy diversas situaciones de la vida, tiene más posibilidades de interesar y de influir, de ir adentro y de permanecer.
–¿Por qué las gaviotas?
Cuando escribí mis primeros y numerosos textos con las gaviotas como símbolo no conocía, y ni siquiera sé si ya había sido editado, "Juan Salvador Gaviota”, un libro que no fue publicado en mi país de origen, que no circulaba en mi contexto. Mis gaviotas no están humanizadas en sí mismas. Siempre son las aves que son en la realidad. Y mi manera de entender el mundo no es la del autor de "Juan Salvador Gaviota”. En realidad nunca nadie que ha leído mis textos ha aludido a semejanza alguna, si lo señalo ahora es porque quienes lean esta entrevista no necesariamente leerán mis textos.
Las gaviotas marcan varios de mi libros y de mis obras teatrales porque como residí por años en Santa Fe, una pequeña ciudad costera cerca de La Habana, y después en el mismísimo Puerto de La Habana, frente a la bahía, eran una presencia constante, y pude observarlas en muchos momentos, en medio de mis distintos estados anímicos, pasando por variadas situaciones. Para mí las gaviotas son un símbolo de la existencia. Hermosas, su sonido es, sobrecogedor. Anuncio de costa cercana para el náufrago, suelen comer desperdicios. Tenaces y de certero vuelo, son vulnerables. De una mirada parecen perfectas e indefensas.
¿Quién es este hombre llamado Francisco Garzón Céspedes? ¿Quién es en verdad el que allí se para, en el escenario y en un acto gestual de la ternura te abraza con la extensión de su mirada?
–¿El niño que no fue o que no pudo ser en vos: quién es o quién pudo ser? ¿Si metés la mano en tu corazón y rescatas el niño que fuiste que podés contar de él?
No pienso demasiado en el niño que fui, uno ansioso de indagar, de profundizar. Aunque a veces hablo con el público de muy determinados momentos de mi niñez. Cada vez más, cuento anécdotas personales. Pero nunca giro sobre el pasado. Sé que está dentro, que el pasado es parte de quien soy. Durante la juventud olvidé casi por completo mi infancia. Una infancia que se insertó en las contradicciones entre la pobreza de mi casa y el estudiar la enseñanza primaria en un colegio privado.
Fui esencialmente el niño que elegí ser. Y mis padres, mi familia en general, y los amigos de la familia, me protegieron para que lo fuera. Estoy agradecido por muchas razones. Y muy agradecido por lo que ha significado para mi vida el sentido de la responsabilidad de mi madre, su conciencia de quienes la rodean, y su solidaridad. Y por la generosidad, la entereza y la ética de mi padre. Aunque ellos son casi como una sola persona: las características significativas de uno en lo moral suelen estar en el otro. Mi madre, además, no obstante su tercer grado de primaria, y gracias a su sensibilidad, lucidez y oralidad, durante mi infancia me contó, y me cantó, me dijo poemas y me citó refranes y máximas e intentó descifrármelos, respondió mis preguntas y sacó a caminar para explicarme el mundo que nos circundaba, y muchas noches extrajo viejas fotos de un cofre para relatarme sobre esas personas y esos entornos; mientras mi padre me llevaba al cine una y otra vez, y en esas idas y venidas también me explicaba la realidad.
Hacia el final de mi infancia comencé a compartir lo recibido, empecé a contar a la salida del colegio primario lo que me habían contado, lo que había leído y las películas que me impresionaban, y me volví para los otros niños casi intocable, no agredible. También hacia el final de mi infancia decidí que no se podía vivir con miedo, que había que reducir el miedo a temor. Y decidí que había que vencer la timidez y cualquier inseguridad. Continúo en ese camino.
Ahora sé que mis padres hicieron por mí algo extraordinario, algo decisivo para la formación y la calidad de vida: desde la lealtad y desde la oralidad, desde lo ético, abrieron mi imaginación, me enseñaron a relacionar, trabajaron sobre mi intelecto y sobre mi capacidad de creación. Propiciaron mi afán de leer, de conocer. Y me hicieron amoroso y capaz de construir y de fundar.
Como una cuestión de cercanías y destiempos los dos, él y yo escribimos con tinta negra y cada vez que nos piden algo andamos preguntando: ¿Es tinta negra, no? Él ama las gaviotas, yo, los pájaros.
¿Es él, lo que él dice que es? ¿Es sólo un hombre que ha iniciado hace mucho tiempo un Movimiento Iberoamericano de Narración Oral Escénica y que anda con su repertorio por todos lados y a todas partes? Sí.
¿Es él quien silenció el Gran Teatro Municipal de Santa Fe con un público des-bordante donde la palidez de los adolescentes se mezclaba con la severidad de los adul-tos? Sí.
Dicen que el silencio era total.
Dicen que él se plantó como lo hace siempre y contó.
Y la magia fue.
Sí, es él.
–¿Qué me cuentas del adolescente que fuiste?
Mi adolescencia se convirtió muy pronto en juventud, por acciones y por responsabilidades, por decisiones y por transformaciones. Me siento satisfecho de que así haya sido. Mi adolescencia estuvo inmersa en un renovador proceso de cambios sociales, educacionales, culturales, entre muchos otros, en los que también yo participé como uno de los tantos protagonistas. A los quince años había publicado mi primer poema en una revista de circulación nacional, aunque no lo incluiría en una selección de mi obra; y también había publicado mi primer comentario periodístico y formaba parte de un grupo profesional de teatro de muñecos, entre otras cosas que había hecho o hacía. A esa edad ya buscaba mi amor para la vida, que al final ha sido mi amor de madurez después de salvar muchos obstáculos, sobre todo los de mi desconfianza, aunque tengo la disciplina de confiar de inicio; y de salvar los obstáculos que entraña el aprendizaje, tanto en lo racional como en lo emotivo, de que la otra parte de la pareja, si se trata de amor, es primero y es lo primero. Desde la pareja se ha construido el mundo. Y desde la pareja el amor se expande como otras muchas formas de amar y de ser útil.
Concurrí al Taller y lo primero que me sedujo fue esa honestidad frontal y el res-peto. ¿Sólo eso? No. Había mucho, pero mucho más. Dijo, lo recuerdo bien: "Quien quiera narrar oralmente que lo diga aquí y ahora. No después. Los acuerdos se respetan. Eres libre, pero si dices sí, te atienes; y si dices no, pues, está bien, eres libre.
–¿De dónde surge tu necesidad de narrar? ¿Fue una necesidad espontánea o fue el fruto de un proceso de crecimiento o necesitabas cambiar?
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Siempre soy el mismo y siempre estoy cambiando. Hay que entenderlo en su complejidad. Desde los últimos años de mi niñez creció esta necesidad de comunicación que hace bastantes años determina e impulsa mis acciones. Desde allí nace mi necesidad de narrar. He dicho y escrito: Lo que no compartimos no nos pertenece.
Al final de la niñez comencé a contar oralmente, de lo familiar a lo comunitario, pero también en esa etapa y en la adolescencia empecé a opinar más activamente en clases, a participar en debates sobre la actualidad, a ser el representante del aula o del centro de trabajo; y la palabra, la voz y el gesto de quien narra, conversa, explica, discute, propone, fueron parte cada vez más decisiva de mi vida.
Primero utilicé la conversación escénica y la anécdota personal con el público, a partir de 1962, antes y después de las obras de muñecos donde participaba como actor. Muy pronto utilicé tanto la conversación escénica como la anécdota para introducir y servir de hilo conductor a mis recitales de poemas: dichos, inventados o reinventados en el aquí y ahora unos, leídos en voz alta otros. Así que con la oralidad narradora escénica, desde la conversación y la anécdota, llevo casi cuarenta años.
Con el cuento oral como arte comencé a partir de 1975, dentro de La Peña de Los Juglares, un espectáculo del que soy uno de los dos fundadores: extensión de la cultura, integración de las artes, búsqueda de un público nuevo y más participativo.
La Peña, un espectáculo que la oralidad, la tenacidad, la imaginación, la libertad, la participación, han vuelto mítico, que ha dado lugar a incontables experiencias de otros creadores, y de la que es hilo conductor la conversación escénica, ha sido desde sus inicios un quehacer dirigido a los adultos y jóvenes, pero como al principio iban niños por ocurrir en los espacios abiertos de un Parque, de un domingo para otro decidí contar cuentos sin edad para involucrar y establecer vínculos también con los más pequeños.
El primer día que conté, los niños lo aceptaron como algo natural, algo que les pertenecía, y estuvieron felices. Pero los adultos quedaron hipnotizados, deslumbrados, emocionados y agradecidos. A los adultos les pareció un prodigio. Sintieron que en lo artístico algo fundamental les era devuelto.
Y yo percibí que contar oralmente era un acto de comunicación y un acto que podía ser escénico. Escénico comunicador. En realidad oral escénico. Y me fasciné. Decidí seguir contando, e investigar, transformar, extender. Seguir contando prioritariamente con los adultos y jóvenes. Sin olvidar a los niños. Tratar de que la mayoría de las funciones fueran dirigidas a un determinado público, y, mucho, por urgente, al público de los adultos y los jóvenes.
Al principio me interesaba influir y devolver una palabra, una voz y un cuerpo, un contar imaginativo y crítico a la gente, a personas de las más diversas profesiones. Por esa razón estructuré los talleres y me lancé a impartirlos. Después me di cuenta de que el arte de la narración oral se había quedado detenido como propuesta artística durante demasiado tiempo, cuando el acto de contar oralmente es en continuo movimiento, en continua transformación. Entonces fue que concebí la propuesta de la narración oral escénica, de un narrador oral contemporáneo, profesional, con una reflexión acerca de la oralidad como comunicación y con un entrenamiento, unos procesos, una maestría comunicadora y oral escénica. Y estructuré los Talleres de la Palabra, la Voz y el Gesto Vivos y después la Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica y sus eventos internacionales. Todo concebido como un movimiento artístico iberoamericano de oralidad narradora escénica.
Nos corregía en el Taller con respeto. ¿Había dicho algo nuevo en lo ético este narrador cubano? No. Acuerdos, respeto, solidaridad, y... más y más. ¿Era algo nuevo? No.
Entonces, ¿adónde estaba el prodigio que lograba cuando atentos a sus palabras, un duende interior empezaba a navegar en nuestras arterias y nos empezaba a demandar un movimiento por pequeño que fuera?
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Al final de la niñez comencé a contar oralmente, de lo familiar a lo comunitario, pero también en esa etapa y en la adolescencia empecé a opinar más activamente en clases, a participar en debates sobre la actualidad, a ser el representante del aula o del centro de trabajo; y la palabra, la voz y el gesto de quien narra, conversa, explica, discute, propone, fueron parte cada vez más decisiva de mi vida.
Primero utilicé la conversación escénica y la anécdota personal con el público, a partir de 1962, antes y después de las obras de muñecos donde participaba como actor. Muy pronto utilicé tanto la conversación escénica como la anécdota para introducir y servir de hilo conductor a mis recitales de poemas: dichos, inventados o reinventados en el aquí y ahora unos, leídos en voz alta otros. Así que con la oralidad narradora escénica, desde la conversación y la anécdota, llevo casi cuarenta años.
Con el cuento oral como arte comencé a partir de 1975, dentro de La Peña de Los Juglares, un espectáculo del que soy uno de los dos fundadores: extensión de la cultura, integración de las artes, búsqueda de un público nuevo y más participativo.
La Peña, un espectáculo que la oralidad, la tenacidad, la imaginación, la libertad, la participación, han vuelto mítico, que ha dado lugar a incontables experiencias de otros creadores, y de la que es hilo conductor la conversación escénica, ha sido desde sus inicios un quehacer dirigido a los adultos y jóvenes, pero como al principio iban niños por ocurrir en los espacios abiertos de un Parque, de un domingo para otro decidí contar cuentos sin edad para involucrar y establecer vínculos también con los más pequeños.
El primer día que conté, los niños lo aceptaron como algo natural, algo que les pertenecía, y estuvieron felices. Pero los adultos quedaron hipnotizados, deslumbrados, emocionados y agradecidos. A los adultos les pareció un prodigio. Sintieron que en lo artístico algo fundamental les era devuelto.
Y yo percibí que contar oralmente era un acto de comunicación y un acto que podía ser escénico. Escénico comunicador. En realidad oral escénico. Y me fasciné. Decidí seguir contando, e investigar, transformar, extender. Seguir contando prioritariamente con los adultos y jóvenes. Sin olvidar a los niños. Tratar de que la mayoría de las funciones fueran dirigidas a un determinado público, y, mucho, por urgente, al público de los adultos y los jóvenes.
Al principio me interesaba influir y devolver una palabra, una voz y un cuerpo, un contar imaginativo y crítico a la gente, a personas de las más diversas profesiones. Por esa razón estructuré los talleres y me lancé a impartirlos. Después me di cuenta de que el arte de la narración oral se había quedado detenido como propuesta artística durante demasiado tiempo, cuando el acto de contar oralmente es en continuo movimiento, en continua transformación. Entonces fue que concebí la propuesta de la narración oral escénica, de un narrador oral contemporáneo, profesional, con una reflexión acerca de la oralidad como comunicación y con un entrenamiento, unos procesos, una maestría comunicadora y oral escénica. Y estructuré los Talleres de la Palabra, la Voz y el Gesto Vivos y después la Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica y sus eventos internacionales. Todo concebido como un movimiento artístico iberoamericano de oralidad narradora escénica.
Nos corregía en el Taller con respeto. ¿Había dicho algo nuevo en lo ético este narrador cubano? No. Acuerdos, respeto, solidaridad, y... más y más. ¿Era algo nuevo? No.
Entonces, ¿adónde estaba el prodigio que lograba cuando atentos a sus palabras, un duende interior empezaba a navegar en nuestras arterias y nos empezaba a demandar un movimiento por pequeño que fuera?
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El grupo era heterogéneo pero no demoró en crear un clima donde todos parecían conocerse con todos y donde todos terminamos compartiendo e intercambiando.
Las cosas que él en lo ético decía de alguna manera ya las había escuchado y si no, las había leído en algún libro. Entonces, me pregunté: ¿Cuál era el patrimonio único y personal de esta figura vestida de negro que impartía órdenes con la suavidad de una pluma?
–¿El tiempo de tu trabajo cómo se comparte con el tiempo de los afectos? ¿Im-plica uno, el sacrificio del otro?
No se comparte el tiempo de mi trabajo con el tiempo de mis afectos. Es un mismo tiempo. Mis afectos están primero. Lo humano personal está primero. Lo humano siempre está primero. Y yo lo priorizo. ¿Cómo podría ser de otro modo? Porque no se trata de amar, se trata de amar con calidad.
En lo específico de la pareja: Si para mí mi pareja está primero es también porque para mi pareja yo estoy primero. Amar es construir y propiciar que se construya. Por tanto, la pareja, cualquier forma de amor y de amistad, no puede ser un obstáculo para el desarrollo y el crecimiento, para que uno se realice, se comunique y sea útil.
¿Adónde?, me preguntaba, mientras los concurrentes a su Taller subíamos con nuestros miedos y nuestras vacilaciones, con nuestra adrenalina y temblores, y nos trans-formábamos por instantes en dioses o demonios.
¿Adónde? En el estilo, no. En la técnica, no. Se la podía aprender en sus libros.
El secreto estaba en la forma. Su forma de decir. Su forma de elogiar y corregir que no ofendía jamás aunque conllevara cierta firmeza que nada tenía que ver con el autoritarismo.
–¿Tu trabajo te ha impuesto postergaciones afectivas o familiares?
Mi trabajo no me ha impuesto postergaciones afectivas o familiares. Yo he podido diseñar mi existencia. Con esfuerzo, asumiendo muchos riesgos y austeridades. Y me siento responsable por todo a lo que pertenezco. Y dispuesto a responder por todo. No es fácil el no inclinarse por el camino de "la fama", sino por el del prestigio; no ceder a las tentaciones de "lo recreativo", para empecinarse en lo más estrictamente cultural. Ha sido decisivo el haber podido elegir. Haber tenido posibilidades de seleccionar. De no aceptar todo lo que me han ofrecido. Y lo de responder por todo ocasiona muchos dolores de cabeza y noches sin dormir. En búsqueda de soluciones justas. Y de las mejores formas para decir y accionar. En búsqueda de los caminos más positivos para asumir y enmendar los errores. En búsqueda de que cualquier descalabro se transforme en enseñanza para que no se constituya en un fracaso. Pero mis principios y mi disciplina me llevan a hacer lo que tengo que hacer. A hacerlo, por difícil que sea o por descabellado que parezca a primera vista. Soy muy racional y lo potencio. Porque a la par sé que soy sensible y que puedo quedarme completamente indefenso. Aunque la verdad es que también tengo una gran capacidad de respuesta. Y que respondo en unos y en otros casos para cumplir con mi responsabilidad social. Soy un luchador y un continuo sobreviviente que está vivo y no sobreviviendo.
Esta vez Uruguay y Argentina: Montevideo, Santa Fe, Paraná, Rafaela.
Gran Teatro Municipal de Santa Fe, a sala llena.
Inolvidable.
El que se perdió la función se embromó.
En septiembre estará la Primera Muestra Iberoamericana de Narración Oral Escé-nica "Contar con Santa Fe", y los Talleres se repetirán.
Las cosas que él en lo ético decía de alguna manera ya las había escuchado y si no, las había leído en algún libro. Entonces, me pregunté: ¿Cuál era el patrimonio único y personal de esta figura vestida de negro que impartía órdenes con la suavidad de una pluma?
–¿El tiempo de tu trabajo cómo se comparte con el tiempo de los afectos? ¿Im-plica uno, el sacrificio del otro?
No se comparte el tiempo de mi trabajo con el tiempo de mis afectos. Es un mismo tiempo. Mis afectos están primero. Lo humano personal está primero. Lo humano siempre está primero. Y yo lo priorizo. ¿Cómo podría ser de otro modo? Porque no se trata de amar, se trata de amar con calidad.
En lo específico de la pareja: Si para mí mi pareja está primero es también porque para mi pareja yo estoy primero. Amar es construir y propiciar que se construya. Por tanto, la pareja, cualquier forma de amor y de amistad, no puede ser un obstáculo para el desarrollo y el crecimiento, para que uno se realice, se comunique y sea útil.
¿Adónde?, me preguntaba, mientras los concurrentes a su Taller subíamos con nuestros miedos y nuestras vacilaciones, con nuestra adrenalina y temblores, y nos trans-formábamos por instantes en dioses o demonios.
¿Adónde? En el estilo, no. En la técnica, no. Se la podía aprender en sus libros.
El secreto estaba en la forma. Su forma de decir. Su forma de elogiar y corregir que no ofendía jamás aunque conllevara cierta firmeza que nada tenía que ver con el autoritarismo.
–¿Tu trabajo te ha impuesto postergaciones afectivas o familiares?
Mi trabajo no me ha impuesto postergaciones afectivas o familiares. Yo he podido diseñar mi existencia. Con esfuerzo, asumiendo muchos riesgos y austeridades. Y me siento responsable por todo a lo que pertenezco. Y dispuesto a responder por todo. No es fácil el no inclinarse por el camino de "la fama", sino por el del prestigio; no ceder a las tentaciones de "lo recreativo", para empecinarse en lo más estrictamente cultural. Ha sido decisivo el haber podido elegir. Haber tenido posibilidades de seleccionar. De no aceptar todo lo que me han ofrecido. Y lo de responder por todo ocasiona muchos dolores de cabeza y noches sin dormir. En búsqueda de soluciones justas. Y de las mejores formas para decir y accionar. En búsqueda de los caminos más positivos para asumir y enmendar los errores. En búsqueda de que cualquier descalabro se transforme en enseñanza para que no se constituya en un fracaso. Pero mis principios y mi disciplina me llevan a hacer lo que tengo que hacer. A hacerlo, por difícil que sea o por descabellado que parezca a primera vista. Soy muy racional y lo potencio. Porque a la par sé que soy sensible y que puedo quedarme completamente indefenso. Aunque la verdad es que también tengo una gran capacidad de respuesta. Y que respondo en unos y en otros casos para cumplir con mi responsabilidad social. Soy un luchador y un continuo sobreviviente que está vivo y no sobreviviendo.
Esta vez Uruguay y Argentina: Montevideo, Santa Fe, Paraná, Rafaela.
Gran Teatro Municipal de Santa Fe, a sala llena.
Inolvidable.
El que se perdió la función se embromó.
En septiembre estará la Primera Muestra Iberoamericana de Narración Oral Escé-nica "Contar con Santa Fe", y los Talleres se repetirán.
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Salíamos de cada uno de sus Talleres con un aire fresco y nuevo. No éramos los mismos. Algo pequeñito había cambiado como si fuera un imperceptible milagro.
Él contó.
Contaba.
Cuenta.
Con el público y punto.
–¿Qué público prefieres, el infantil, el adolescente o el adulto?
Prefiero el público con el que en ese instante estoy contando. Ese contar con el otro de la narración oral sólo es posible si el otro te importa a fondo. Si tomas en cuenta al otro, a los otros. Si cuentas desde los puntos coincidentes con el público. Si cuentas como solidaridad. Si estás decidido a influir y a ser influido. Si tu proceso es abierto, de interacción. Si hay motivación interna y compromiso, pero también, por parte del narrador oral, propósito de poder ser comprendido de inmediato y valoración de los intereses del público. He contado en las más disímiles circunstancias, y mucho en las artísticas; en los sitios más insospechados, y mucho en los grandes recintos escénicos; a veces con niños, a veces con adolescentes, a veces con jóvenes, a veces con adultos, a veces con ancianos, y a veces con todos a la vez. Muchas veces con miles de personas. En los años más recientes me he especializado en contar con adultos y con jóvenes. Los jóvenes son fascinantes porque tienen de niños y de adolescentes y de adultos a la par. Conservan la devoción, aunque algunos no lo sospechen hasta que comparten un acto de narración oral escénica. En 1975 no se contaba oralmente entre nosotros con los jóvenes. En términos de oralidad artística, en nuestras sociedades de oralidad secundaria (escritura y oralidad audiovisual), únicamente se contaba con los niños. El teatro y otras artes contaban, pero no oralmente. La oralidad no es lo verbal, lo vocal y lo no verbal, es el proceso de comunicación que emplea estos recursos. Si nos expresamos, pero no nos comunicamos, no hay oralidad.
Aparte de narrar, escribe. Tengo dos de sus libros. Vendrán más para septiembre. En una irrespetuosa pero irrefrenable lectura veloz porque no tenía el tiempo leí alguno de sus cuentos. Entonces, en un momento, cuando se sienta me pregunta:
"¿En qué estás pensando?"
"En las gaviotas.", le dije.
Cierto. Había capturado una frase que me reflejó en un espejo desolado. La escribí en unas servilletas de café. Dice: ..."uno es el temor de hacer el ridículo, eso nunca me ocurre, soy seguro; el otro es la ternura, porque te siento como una gaviota cuando cruza desamparada por el cielo." Me sentí gaviota.
Me dieron ganas de decirle:
"Tú eres la trampa de las palabras que has escrito y la trampa de las palabras que has leído."
–Decime, Francisco, ¿qué eres: "estampido contra la injusticia o desamparo"? ¿"Estampa contra el miedo o reafirmación, torpeza o golpe necesario"? Lo escribiste tú, por lo tanto, contesta.
Estampido contra la injusticia. Estampa contra el miedo. Reafirmación. Torpeza. Golpe necesario. Me quedaría con estas palabras del libro. No me veo como prototipo del desamparo. No me siento desamparado. Me ampara el amor. Lo que entrego. Lo que recibo. Lo que comunico. Lo que comparto. Me ampara mi certeza de que la confianza es la única bengala que no desaparece. Como tampoco desaparece el amor.
Salíamos de cada uno de sus Talleres con un aire fresco y nuevo. No éramos los mismos. Algo pequeñito había cambiado como si fuera un imperceptible milagro.
Él contó.
Contaba.
Cuenta.
Con el público y punto.
–¿Qué público prefieres, el infantil, el adolescente o el adulto?
Prefiero el público con el que en ese instante estoy contando. Ese contar con el otro de la narración oral sólo es posible si el otro te importa a fondo. Si tomas en cuenta al otro, a los otros. Si cuentas desde los puntos coincidentes con el público. Si cuentas como solidaridad. Si estás decidido a influir y a ser influido. Si tu proceso es abierto, de interacción. Si hay motivación interna y compromiso, pero también, por parte del narrador oral, propósito de poder ser comprendido de inmediato y valoración de los intereses del público. He contado en las más disímiles circunstancias, y mucho en las artísticas; en los sitios más insospechados, y mucho en los grandes recintos escénicos; a veces con niños, a veces con adolescentes, a veces con jóvenes, a veces con adultos, a veces con ancianos, y a veces con todos a la vez. Muchas veces con miles de personas. En los años más recientes me he especializado en contar con adultos y con jóvenes. Los jóvenes son fascinantes porque tienen de niños y de adolescentes y de adultos a la par. Conservan la devoción, aunque algunos no lo sospechen hasta que comparten un acto de narración oral escénica. En 1975 no se contaba oralmente entre nosotros con los jóvenes. En términos de oralidad artística, en nuestras sociedades de oralidad secundaria (escritura y oralidad audiovisual), únicamente se contaba con los niños. El teatro y otras artes contaban, pero no oralmente. La oralidad no es lo verbal, lo vocal y lo no verbal, es el proceso de comunicación que emplea estos recursos. Si nos expresamos, pero no nos comunicamos, no hay oralidad.
Aparte de narrar, escribe. Tengo dos de sus libros. Vendrán más para septiembre. En una irrespetuosa pero irrefrenable lectura veloz porque no tenía el tiempo leí alguno de sus cuentos. Entonces, en un momento, cuando se sienta me pregunta:
"¿En qué estás pensando?"
"En las gaviotas.", le dije.
Cierto. Había capturado una frase que me reflejó en un espejo desolado. La escribí en unas servilletas de café. Dice: ..."uno es el temor de hacer el ridículo, eso nunca me ocurre, soy seguro; el otro es la ternura, porque te siento como una gaviota cuando cruza desamparada por el cielo." Me sentí gaviota.
Me dieron ganas de decirle:
"Tú eres la trampa de las palabras que has escrito y la trampa de las palabras que has leído."
–Decime, Francisco, ¿qué eres: "estampido contra la injusticia o desamparo"? ¿"Estampa contra el miedo o reafirmación, torpeza o golpe necesario"? Lo escribiste tú, por lo tanto, contesta.
Estampido contra la injusticia. Estampa contra el miedo. Reafirmación. Torpeza. Golpe necesario. Me quedaría con estas palabras del libro. No me veo como prototipo del desamparo. No me siento desamparado. Me ampara el amor. Lo que entrego. Lo que recibo. Lo que comunico. Lo que comparto. Me ampara mi certeza de que la confianza es la única bengala que no desaparece. Como tampoco desaparece el amor.
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Y podría concluir diciéndole lo que dice: "la violencia puede ser derrumbe y de-solación, pero puede ser patio y arena limpios, victoria y comienzo".
A quemarropa:
–¿Qué es la soledad?
La soledad es un viaje sin fronteras a la sed.
–¿Qué te molesta de la gente?
Me molesta la falta de memoria histórica. La falta de conciencia de que el otro existe. La ingratitud. La deslealtad. La incapacidad de comportarse con solidaridad. La incapacidad de amar...
–¿De dónde nace el narrador oral escénico?
El narrador oral escénico nace de la conciencia de que la narración oral es un arte para todo tiempo presente o futuro. De mi certeza de que nuestras sociedades necesitaban un narrador oral contemporáneo. De mi decisión de renovar el antiguo arte de contar oralmente y de crear un nuevo arte de la escena comunicadora, oral escénico pero tajantemente no teatral, viendo entre nosotros la narración oral artística por primera vez desde una oralidad entendida desde la oralidad y no desde la escritura, desde las ciencias de la comunicación de masas, y desde las leyes generales de la escena (pero priorizando en la fusión el proceso oral).
El narrador oral escénico nace de la voluntad, de la intencionalidad, de un proyecto coherente y consistente construido paso a paso. Y de mi creencia de que es posible sumar a un empeño creador innumerables voluntades creativas. Se ha dicho que soy el primer narrador oral escénico en surgir. Pero en mí estaban, y están, todos los que han contado oralmente como comunicación.
–¿Es la narración oral una forma de lectura interior?
La narración oral es la apelación más poderosa que puede hacerse al imaginario de otro ser. El cuento es cocreado entre el narrador oral y el público. Cada persona del público, para que el cuento oral exista, debe poder ir a su paisaje interior y dimensionarlo desde su contexto.
–Cuándo seleccionas un cuento ¿cuál es el factor más importante que tienes en cuenta aparte de sentirlo en tu interior?
Un cuento se selecciona desde la propia personalidad de quien lo narrará, desde la personalidad del público para el que se elige, desde la personalidad del sitio donde será contado, y desde la personalidad de la circunstancia en la que se contará. He definido que estas cuatro, y la personalidad de lo que se dice, son las cinco personalidades de todo proceso de oralidad.
Es muy importante que el cuento elegido nos permita implícitamente contar quién somos, en qué creemos, cómo concebimos el mundo, cuáles son nuestros sentimientos y nuestros razonamientos acerca del mejoramiento humano.
–¿Se puede hablar de una traducción de la palabra que está allí en forma de signo y sentimiento a la voz y el gesto?
Recreación de la palabra y creación de nuevas palabras todo como parte de ese todo que es la oralidad: Lo verbal, lo vocal y lo no verbal. Es más que traducir o interpretar. Es un auténtico acto creador.
–En tu caso, ¿qué acentúas: producir emociones o producir cambios? O, pregun-tado de otra manera; ¿qué es más importante: emocionar o transformar?
Es difícil que una transformación se produzca sin una emoción previa. Una emoción por el contrario puede no incluir un cambio significativo. Pero necesitamos tanto el sentirnos como humanos sensibles. Necesitamos tanto el bajar nuestras corazas. A veces sólo lograr que el público se emocione es un paso de avance.
Los cuentos que cuento desde la oralidad, unas veces emocionando y otras divirtiendo, buscan la reflexión, y no únicamente la toma de conciencia, sino la toma de decisiones y acciones, aunque sea a largo plazo, aunque sea unos cuentos quedando como cimientos de otros.
–¿Se tiene en cuenta esto a la hora de seleccionar?
Para un narrador oral escénico, un artista formado ética y estéticamente, la selección representa una gran responsabilidad. Moral y artística. De comunicación. Y, por tanto, tiene que pensar también, desde este punto, en la eficacia. Uno se cuenta cuando narra oralmente, pero también permite que el otro, el público, se cuente.
–¿Qué es más importante para vos: escribir o narrar oralmente, es decir, dónde eres más feliz, desde la escritura o desde la oralidad?
Han terminado por parecerme inseparables. Unas veces soy más feliz escribiendo y otras narrando oralmente. Pero escribir lo elegí, la narración oral pudiera decirse que me eligió.
–¿Qué has y qué no has escrito?
En cierto modo es la escritura lo que por etapas he postergado, también el teatro, el periodismo. En los últimos diez o más años no he podido postergar la narración oral. He escrito mucho. He publicado mucho y en cantidades grandes o considerables de ejemplares que siempre han desaparecido con rapidez de las librerías.
He escrito poesía, narrativa, teatro, periodismo, investigación teatral, teoría y técnica de la oralidad narradora, para adultos; y poesía, narrativa, teatro, para niños, y no sé cuántas cosas más.
En los últimos veinte años me he preocupado poco por editar, o al menos no lo necesario, y tengo muchos libros inéditos en mis gavetas, esperando una última revisión, esperando que me decida, esperando tener tiempo para las gestiones editoriales. No he escrito una suerte de novela. La estoy escribiendo. No sé si la culminaré.
–¿Qué te molesta?
La invasión física de mis espacios más íntimos, más personales. También cuando lo que me invade es el calor. O el ruido. Pero en términos sociales me molesta todo lo que implique deshonestidad, manipulación, desigualdad, injusticia.
–¿Te gustaría tener poder?
Tengo poder. Muchísimo poder. Todo el mundo tiene aunque sea una ínfima cuota de poder. Pero si hablamos de PODER, en mayúsculas poderosas, no me gustaría. Renuncié una y otra vez, renuncié en muy diversas ocasiones a tener ese tipo de PODER.
–¿Dónde te gustaría vivir?
No me gusta viajar. Me gusta estar en esta ciudad o en esta otra, que quizás están lejos. O hacer viajes cortos. Me gustaría vivir donde vivo y donde he vivido. Madrid, donde resido, es una ciudad que amo. Finalmente nos entendemos. Y creo que para siempre. Pero no he dejado de vivir en La Habana (donde también resido) y en México D. F. Todo lo que amamos está con nosotros. Y todo lo que somos. Y todo lo que nos ha formado.
–¿Ideal de felicidad?
La pareja. Un mundo justo por igual para todos los humanos.
–¿Qué falta del ser humano disculparías?
Depende de cuál ser humano estemos hablando. No me gusta que la gente dañe porque no se dio cuenta, por superficialidad, por no pensar en el otro. Disculparía la falta de lucidez.
–¿Principal rasgo de carácter?
La lealtad. ¿Debiera quizás decir: la disciplina?
–¿Principal defecto?
La ira.
–¿Principal desgracia?
La posibilidad de ser injusto.
–¿Cómo te gustaría morir?
Nunca me ha gustado forma alguna de morir. Pero querría estar avisado, poner orden en mi entorno, y, después, que mi muerte ocurriera sin darme cuenta mientras mi amor me abraza. Y en la certeza de que mi amor sabe que yo sé que, mientras viva, yo estaré vivo.
–¿Virtud preferida?
La lucidez. Muchos son inteligentes. Esto es bastante definitivo. Pero ser lúcido es más, y se logra o no se logra en cada ocasión, y, sí se logra, es con mucho esfuerzo. Se me ocurre que no sé exactamente qué es una virtud. Virtud es una palabra que me resulta distante. ¿Y debiera quizás responder: La comprensión? ¿O la capacidad de amor? El amor me resulta cercano. El amor es horizonte habitado por todo lo que somos. El amor es agua iluminada.
Él pasó por Santa Fe. La experiencia con la narración oral escénica a escala iberoamericana se repetirá en Septiembre. Pero él no sólo se planta en el escenario sino que planta y siembra y deja sus frutos en forma de semilla. Allí están quienes organizaron su estancia de trabajo: Cuento más Cuento. Cuento y cuento. Cuento más cuentos, cuento. Había una vez... había una vez un señor que vestía de negro, había una vez un señor que vestía de negro, con bigotes recortados y con barba. Nos miraba y nos miraba y con su voz intensa iniciaba el gesto y la palabra... Había una vez... había una... había.
Para crecer y contar... Ir a la Muestra y a los Talleres. La cita es en primavera, cuando florece la magia.
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Y podría concluir diciéndole lo que dice: "la violencia puede ser derrumbe y de-solación, pero puede ser patio y arena limpios, victoria y comienzo".
A quemarropa:
–¿Qué es la soledad?
La soledad es un viaje sin fronteras a la sed.
–¿Qué te molesta de la gente?
Me molesta la falta de memoria histórica. La falta de conciencia de que el otro existe. La ingratitud. La deslealtad. La incapacidad de comportarse con solidaridad. La incapacidad de amar...
–¿De dónde nace el narrador oral escénico?
El narrador oral escénico nace de la conciencia de que la narración oral es un arte para todo tiempo presente o futuro. De mi certeza de que nuestras sociedades necesitaban un narrador oral contemporáneo. De mi decisión de renovar el antiguo arte de contar oralmente y de crear un nuevo arte de la escena comunicadora, oral escénico pero tajantemente no teatral, viendo entre nosotros la narración oral artística por primera vez desde una oralidad entendida desde la oralidad y no desde la escritura, desde las ciencias de la comunicación de masas, y desde las leyes generales de la escena (pero priorizando en la fusión el proceso oral).
El narrador oral escénico nace de la voluntad, de la intencionalidad, de un proyecto coherente y consistente construido paso a paso. Y de mi creencia de que es posible sumar a un empeño creador innumerables voluntades creativas. Se ha dicho que soy el primer narrador oral escénico en surgir. Pero en mí estaban, y están, todos los que han contado oralmente como comunicación.
–¿Es la narración oral una forma de lectura interior?
La narración oral es la apelación más poderosa que puede hacerse al imaginario de otro ser. El cuento es cocreado entre el narrador oral y el público. Cada persona del público, para que el cuento oral exista, debe poder ir a su paisaje interior y dimensionarlo desde su contexto.
–Cuándo seleccionas un cuento ¿cuál es el factor más importante que tienes en cuenta aparte de sentirlo en tu interior?
Un cuento se selecciona desde la propia personalidad de quien lo narrará, desde la personalidad del público para el que se elige, desde la personalidad del sitio donde será contado, y desde la personalidad de la circunstancia en la que se contará. He definido que estas cuatro, y la personalidad de lo que se dice, son las cinco personalidades de todo proceso de oralidad.
Es muy importante que el cuento elegido nos permita implícitamente contar quién somos, en qué creemos, cómo concebimos el mundo, cuáles son nuestros sentimientos y nuestros razonamientos acerca del mejoramiento humano.
–¿Se puede hablar de una traducción de la palabra que está allí en forma de signo y sentimiento a la voz y el gesto?
Recreación de la palabra y creación de nuevas palabras todo como parte de ese todo que es la oralidad: Lo verbal, lo vocal y lo no verbal. Es más que traducir o interpretar. Es un auténtico acto creador.
–En tu caso, ¿qué acentúas: producir emociones o producir cambios? O, pregun-tado de otra manera; ¿qué es más importante: emocionar o transformar?
Es difícil que una transformación se produzca sin una emoción previa. Una emoción por el contrario puede no incluir un cambio significativo. Pero necesitamos tanto el sentirnos como humanos sensibles. Necesitamos tanto el bajar nuestras corazas. A veces sólo lograr que el público se emocione es un paso de avance.
Los cuentos que cuento desde la oralidad, unas veces emocionando y otras divirtiendo, buscan la reflexión, y no únicamente la toma de conciencia, sino la toma de decisiones y acciones, aunque sea a largo plazo, aunque sea unos cuentos quedando como cimientos de otros.
–¿Se tiene en cuenta esto a la hora de seleccionar?
Para un narrador oral escénico, un artista formado ética y estéticamente, la selección representa una gran responsabilidad. Moral y artística. De comunicación. Y, por tanto, tiene que pensar también, desde este punto, en la eficacia. Uno se cuenta cuando narra oralmente, pero también permite que el otro, el público, se cuente.
–¿Qué es más importante para vos: escribir o narrar oralmente, es decir, dónde eres más feliz, desde la escritura o desde la oralidad?
Han terminado por parecerme inseparables. Unas veces soy más feliz escribiendo y otras narrando oralmente. Pero escribir lo elegí, la narración oral pudiera decirse que me eligió.
–¿Qué has y qué no has escrito?
En cierto modo es la escritura lo que por etapas he postergado, también el teatro, el periodismo. En los últimos diez o más años no he podido postergar la narración oral. He escrito mucho. He publicado mucho y en cantidades grandes o considerables de ejemplares que siempre han desaparecido con rapidez de las librerías.
He escrito poesía, narrativa, teatro, periodismo, investigación teatral, teoría y técnica de la oralidad narradora, para adultos; y poesía, narrativa, teatro, para niños, y no sé cuántas cosas más.
En los últimos veinte años me he preocupado poco por editar, o al menos no lo necesario, y tengo muchos libros inéditos en mis gavetas, esperando una última revisión, esperando que me decida, esperando tener tiempo para las gestiones editoriales. No he escrito una suerte de novela. La estoy escribiendo. No sé si la culminaré.
–¿Qué te molesta?
La invasión física de mis espacios más íntimos, más personales. También cuando lo que me invade es el calor. O el ruido. Pero en términos sociales me molesta todo lo que implique deshonestidad, manipulación, desigualdad, injusticia.
–¿Te gustaría tener poder?
Tengo poder. Muchísimo poder. Todo el mundo tiene aunque sea una ínfima cuota de poder. Pero si hablamos de PODER, en mayúsculas poderosas, no me gustaría. Renuncié una y otra vez, renuncié en muy diversas ocasiones a tener ese tipo de PODER.
–¿Dónde te gustaría vivir?
No me gusta viajar. Me gusta estar en esta ciudad o en esta otra, que quizás están lejos. O hacer viajes cortos. Me gustaría vivir donde vivo y donde he vivido. Madrid, donde resido, es una ciudad que amo. Finalmente nos entendemos. Y creo que para siempre. Pero no he dejado de vivir en La Habana (donde también resido) y en México D. F. Todo lo que amamos está con nosotros. Y todo lo que somos. Y todo lo que nos ha formado.
–¿Ideal de felicidad?
La pareja. Un mundo justo por igual para todos los humanos.
–¿Qué falta del ser humano disculparías?
Depende de cuál ser humano estemos hablando. No me gusta que la gente dañe porque no se dio cuenta, por superficialidad, por no pensar en el otro. Disculparía la falta de lucidez.
–¿Principal rasgo de carácter?
La lealtad. ¿Debiera quizás decir: la disciplina?
–¿Principal defecto?
La ira.
–¿Principal desgracia?
La posibilidad de ser injusto.
–¿Cómo te gustaría morir?
Nunca me ha gustado forma alguna de morir. Pero querría estar avisado, poner orden en mi entorno, y, después, que mi muerte ocurriera sin darme cuenta mientras mi amor me abraza. Y en la certeza de que mi amor sabe que yo sé que, mientras viva, yo estaré vivo.
–¿Virtud preferida?
La lucidez. Muchos son inteligentes. Esto es bastante definitivo. Pero ser lúcido es más, y se logra o no se logra en cada ocasión, y, sí se logra, es con mucho esfuerzo. Se me ocurre que no sé exactamente qué es una virtud. Virtud es una palabra que me resulta distante. ¿Y debiera quizás responder: La comprensión? ¿O la capacidad de amor? El amor me resulta cercano. El amor es horizonte habitado por todo lo que somos. El amor es agua iluminada.
Él pasó por Santa Fe. La experiencia con la narración oral escénica a escala iberoamericana se repetirá en Septiembre. Pero él no sólo se planta en el escenario sino que planta y siembra y deja sus frutos en forma de semilla. Allí están quienes organizaron su estancia de trabajo: Cuento más Cuento. Cuento y cuento. Cuento más cuentos, cuento. Había una vez... había una vez un señor que vestía de negro, había una vez un señor que vestía de negro, con bigotes recortados y con barba. Nos miraba y nos miraba y con su voz intensa iniciaba el gesto y la palabra... Había una vez... había una... había.
Para crecer y contar... Ir a la Muestra y a los Talleres. La cita es en primavera, cuando florece la magia.
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BRAUN, Silvia. Escritora e investigadora. Entrevista que fue publicada fragmentariamente, por su amplia extensión tratándose de un periódico en: Diario El Litoral, Sección de Cultura, 21 de agosto de 1999, Santa Fe, Argentina. La entrevista se realizó grabada.
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