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SIGNIFICAN LOS NARRADORES ORALES ESCÉNICOS UNA RENOVACIÓN DEL ARTE DE NARRAR
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El Primer Festival Iberoamericano de NOE, que hoy (1989) inauguramos, es, como su lema indica, un acto de confianza. Profunda confianza en este antiguo arte, a la vez tan contemporáneo y urgente.
Confianza en nosotros todos, en los que cuentan a viva voz y gesto, en los que lo in-vestigan y en los que lo organizamos. Confianza en los cuentos elegidos para compartirlos. Y confianza sobre todo en el público. Porque el público de los cuentos es de lo mejor de nuestros pueblos: de lo más creativo y amoroso.
Se trata de que, como dijo el poeta: “Contar es compartir la confianza”. Y de que “La sensibilidad y criterios que no compartimos, no nos pertenecen”. Quien cuenta lo hace desde su manera de entender el mundo, no para imponerla, sino para compartirla en el encuentro con las respuestas del público, en ese influir y ser influido que es un ejercicio de comunión.
Este Primer Festival Iberoamericano de Narración Oral Escénica tiene a la par otra significación, de trascendencia histórica, no sólo iberoamericana sino mundial: no sólo en cuanto al desarrollo de esta profesión sino en cuanto a lo que representa como contribución a la cultura universal toda.
Es que este Festival significa un punto culminante en la renovación del arte de narrar.
Proceso renovador iniciado hace unos tres lustros en La Peña de Los Juglares de La Habana para continuar con el desarrollo histórico, ético y estético, de este quehacer que tuvo su origen ya entre quienes contaban dentro de las primeras tribus.
Al hablar del origen de este quehacer me refiero a ese ser mágico que fue denominado cuentero de la tribu, en la medida en que resultó cuentero comunitario: artista capaz de contar con toda la comunidad, asumiendo para hacerlo diversos propósitos, espacios y circunstancias.
El cuentero comunitario, presente en todas las épocas y culturas, ha contribuido desde entonces tanto a reinventar creadoramente la realidad, en unos casos, como a convocar y trasmitir la realidad histórica, en otros.
El juglar medieval, denominado cuentero por extensión, ha significado otra dimensión de ese griot africano o de ese chamán sudamericano, capaz de interrelacionar oficios, y donde el cuento oral, sin perder jerarquía, se integra con otros modos, para demostramos que la integración de las artes no es un descubrimiento reciente. El narrador oral de la corriente escandinava, que desde fines del siglo pasado afirma que la narración oral es un arte, y sus seguidores han sido otro paso ineludible en el crecimiento de este arte. Paso decisivo porque esta corriente fundó la metodología para formar, no cuenteros (pues éstos han respondido a culturas y circunstancias orales), sino para formar narradores orales ya no intuitivos; profesionales capaces de contar tanto los cuentos de las tradiciones orales anónimas como los cuentos de los escritores de cualquier época y estilo.
Los narradores orales más próximos en el tiempo, los narradores orales escénicos, coexisten con los cuenteros comunitarios y con los familiares; coexisten con los narradores orales de la corriente escandinava, y son deudores de todos ellos. Y a la vez significan, los narradores orales escénicos, una renovación del arte de narrar, al entenderlo, a partir de la propuesta de La Peña de Los Juglares, como un arte (oral) escénico y como una posible comunicación alternativa, criterios que Francisco Garzón Céspedes, Director de este Festival, fue el primero en afirmar, y que viene expandiendo desde hace ya unos quince años, con el apoyo del CELCIT, a través de un trabajo multifacético y vasto. De allí, entre otras razones, el término de “narración oral escénica” que califica a nuestro Festival, donde rendiremos homenaje a los cuenteros populares comunitarios y a los narradores orales escandinavos, porque los mejores de ellos siempre tuvieron de modo intuitivo una presencia y una práctica (oral) escénicas. Y no sólo tuvieron, sino que tienen: ellos están vivos y son prodigiosos.
La narración oral escénica es un volver la mirada a esa intuición y práctica (oral) escénicas de siempre, y un haber inscrito en los últimos años, de manera consciente y a partir de la propuesta de Garzón Céspedes, a este arte en el contexto al que pertenece: el de la escena (comunicativa oral).
Ya sabemos que la narración oral escénica no es teatro, sino que, (de otro modo) que el teatro, que la danza o que la pantomima, es un arte escénico, (oral escénico, escénico co-municativo); pues, si bien todo el que cuenta en la intimidad o para a la vez promocionar, por ejemplo, la lectura, no lo hace como acto (oral) escénico, sí siempre el que cuenta se expresa tanto con lo verbal y lo vocal como con lo no verbal, en un rejuego entre intimidad y utilización de recursos en un ciclo de comunicación con el público, que le dan matices propios a esta profesión dentro de lo escénico.
Y que la definen como un encontrarse a fondo con el público, en un contar con ese público, y no para él, y donde el narrador oral escénico es siempre el propio ser humano narra-dor que reinventa su historia recreándola, invitando a ese público participante a imaginar.
Considero necesario enfatizar algo que ya hemos dicho:
“Este Festival constituye en su rama un acontecimiento cultural sin precedentes: por primera vez un festival de este arte tendrá un propósito iberoamericano.
Por primera vez un evento de esta naturaleza pondrá énfasis, en lo escénico y en lo comunicativo, en el contar con los adultos y jóvenes, sin olvidar a los niños y adoles-centes, en los espectáculos unipersonales estructurados con conciencia y creatividad (oral) escénicas, sin afectar el trabajo de los grupos, sino para enriquecer (oral) escénicamente a éstos y al Movimiento todo; y en la fundación de una Cátedra Iberoamericana Itinerante para la formación y superación profesionales”.
Esta Cátedra es un paso decisivo, a nuestro juicio, en la propuesta de Garzón Céspe-des, para que, a la larga, en cada país se estructuren escuelas o institutos de Narración Oral Escénica como los que actualmente existen relacionados con la formación teatral o danzaria.
Por último, deseo subrayar que este Festival es posible gracias a la creatividad y con-fianza de todos los narradores orales escénicos e investigadores de varios países de Iberoamérica que lo integran como participantes o invitados.
Y gracias al público venezolano, que, con su capacidad para creer y para crear, da a los participantes: hospitalidad y respuesta, de modo de contar cada vez, en un solo espacio, un solo sueño: el sueño del mejoramiento humano, de la justicia y la libertad, el sueño del amor que construye y transforma, del amor que inaugura. Inauguro oficialmente este Primer Festival Iberoamericano de Narración Oral Escénica.
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Discurso inaugural de Luis Molina López, Director General del Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (CELCIT), en la Apertura del Primer Festival Iberoamericano de Narración Oral Escénica, Sala de Conciertos de la Universidad Central de Venezuela, Caracas, Venezuela, 30 de julio de 1989. Conjuntamente con el autor de este discurso, para la presente edición se ha procedido a ponerlo al día, en lo teórico (de allí los paréntesis en el texto), todo desde los nuevos conceptos y la terminología de Francisco Garzón Céspedes.
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