sábado, 13 de diciembre de 2008

PREMIO EXTRAORDINARIO DE MONÓLOGO TEATRAL HIPERBREVE AL CONJUNTO DRAMATÚRGICO "GARZÓN CÉSPEDES" 2007 / MERCEDES GÓMEZ BENET (MÉXICO)

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CUERDAS

Fantasma de padre ahorcado ve a su hija dormida cada noche. Le habla en sueños.

FANTASMA:

Brenda, cuando eras muy chiquita me preguntaste dónde se guarda el dolor. “Esas cosas nadie las sabe”, te respondí. Ahora que tengo la garganta cerrada lo sé. Lástima que no pude decírtelo en vida. Escucha: la tristeza se guarda en las cuerdas de la voz. Por eso no puedo cantar para consolarte. Perdóname, hace mucho que perdí la voz. Mucho antes de morir así.

La hija dormida se mueve en la cama.
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QUE NO SE ME OLVIDE

Mujer internada en asilo por perder la memoria, escribe carta, acompañándose en voz alta.

ANCIANA:

Querida sobrina:

Gracias por tu postal para mi cumpleaños. Te escribo para invitarte a una obra de teatro de un médico imaginario que estamos preparando aquí en el asilo. ¿O era enfermo? No recuerdo. Es antigua y viene de Francia o algún país que no es aquí. Tenemos un maestro de teatro que viene para los ensayos una vez por semana, pero hoy no vino o creo que fue anteayer que hubo gelatina porque alguien cumplió años. Mis amigas son cuatro y se llaman Chuchita, que no oye ni habla. Me cuesta trabajo escribir porque tengo una aguja en el brazo, con una medicina para que no se me olvide la maestra de Civismo de quinto grado. Estoy en Pachuca y no sé porqué tengo la pluma en la mano izquierda, tal vez para escribir muchas planas con el nombre de la medicina o para que no se me olvide comprarla, tal vez es para la señora que está en la cama de junto, pobrecita, no se mueve. Yo lo que no quiero es que la maestra de Civismo me amarre la mano izquierda a la banca porque soy zurda. Nombre, fecha, materia, nombre, fecha, materia.
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SOLEDAD DESPIERTA

MUJER:

Tantos carros… Odio despertarme por el maldito ruido de los escapes… Ni tapándome con la almohada… (Se sienta y huele sus axilas. Se asoma al espejo opaco del neceser.) ¡Qué feos ojos manchados! Detesto llorar maquillada. ¡Ay, esa película del muchachito que encontró a su perro! ¡Cómo lo abrazaba! Aquí está el reloj, ¿servirá?... Las siete, tengo tiempo para bañarme… ¿Será suficiente antes de que lleguen los clientes? Se me adelantó la regla… Nomás eso faltaba, a ver si Gabriel no me arma otro pleitazo… Como si yo tuviera la culpa hasta de estas manchas de sangre…
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SÓLO HE MENTIDO CON LO DEL PERICO, SOY UNA BUENA MUJER

MUJER:

(Mirando a cámara.) Me mordió un perico en el brazo, aquí. Se enojó porque olvidé su alimento. Los pericos son como los hombres. Tuve que mentirle a su dueña, la patrona. Él me dejó un recuerdo, como los hombres en mi pueblo, donde tuve dos hijos. Mi señor me pegaba, un día agarré mis cosas, a mi hijita y nos largamos. Ahora quisiera ver al otro hijo, al que dejé en Agua de Colonia, que olía bonito por las noches, por eso le pusieron así. Quiero saber si mi muchacho se hizo hombre de bien. Decían que murió de sarampión, pero es mentira. De niña me dio sarampión, mi hijo no puede morir de eso. Mi marido actual cuida una casa donde entran las boas y él les jala la cola. Es bueno, hasta le puso nombre al animal que ayer se comió cuatro plátanos, el animal, no se confundan: es como un cangurito con rabo tristón. Cuando estoy triste veo a los clavadistas saltar. Él me abraza y dice “mira como planean las águilas sobre la bahía”. Siento bonito, porque sus frases parecen aves abriendo sus alas al viento, pero con los hombres uno nunca sabe. Inclinan el cuerpo para decir cosas lindas, se mueven como gaviotas y desaparecen lejos con sus plumas… Por allá muge un barco como vaca. Oigo a los barcos cerrando los ojos, a los hombres no: me dan más miedo que los gusanos. De niña observé una vaca muerta con lombrices. ¿La muerte les avisa o la huelen solas? Hablando de muerte, tengo un secreto que me hace llorar. Entonces pienso en las alas de los gorriones e imagino que el universo es más grande que ellos, pequeños, comparándolos con trasatlánticos, presidentes o ballenotas de una película que me hizo llorar más que mi propio secreto. Así ha de ser el universo: más grande para los pequeños. Soy buena mujer y sólo he mentido con lo de la comida del perico. Acerquen la cámara, verán la cicatriz del pico… Ojalá me perdone mi hijo, eso, si tiene buen corazón y me está mirando…
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