martes, 27 de enero de 2009

COLECCIÓN GAVIOTAS DE AZOGUE 36. DOS TEXTOS, DOS PRESENCIAS. TANYA TYNJÄLÄ

.
.
HAY ALERGIA AL ALGODÓN DE LA MADRE

Hay alergia al algodón de la madre
y a los concentrados de la abuela.

Hay alergia al polvo de los libros,
a la arena de las pirámides
y a la viga en el ojo ajeno.

Hay alergia a la caída de pelo,
al humo de la pipa del poder al paso
y a la tiza gastada en blanco.

Hay alergia al aire extranjero,
a la sagrada familia, a los ateos
y a los olvidos que matan niños.

Hay alergia a la hierba
de primavera que llegó en otoño,
a los ladridos del perro que no muerde
y al camino del buey.

Hay alergia a las continuas muertes,
a las esperas que no aguardan,
a las miradas oscuras
y a las estatuas tardías.

Cómo asfixia el asma en el alma.


EL CABALLO ARDIENTE

El Caballo Ardiente regala su lengua a doncellas y brujas. Entrega su savia aunque se sequen sus vetas y vaga sin rumbo buscando el sueño. Pero el mundo gira y la arena cae desorbitando sus ojos. (Aún recuerdo la ternura de su cuello).

No pretendas cabalgarlo al verlo pasar, detén su marcha descarriada. No mires sólo el pétalo de su piel o la luna de su cadera o el mármol de sus muslos. Mira la sal en sus mejillas, el grito en sus pupilas y el azul en su alma.

Limpia la sangre de su camino, llévalo a descansar entre las amapolas, dale de beber con tus manos el agua pura del olvido, antes de que deje de ver las estrellas.

.
.

martes, 6 de enero de 2009

COLECCIÓN GAVIOTAS DE AZOGUE 33. COTIDIANEIDADES. EDUARDO ARES

.

.
DE LA VIDA COTIDIANA
.
.
LLAMADA INOPORTUNA

Conducía veloz y despreocupado, hasta que en aquella curva la muerte llamó a su móvil.
.
.
OLVIDO

Al salir de casa le invadió la angustiosa sensación de que se olvidaba algo. Salió a la calle con aire ausente y sintió un extraño vacío. Sólo cuando llegó a la oficina y no le saludó su amable secretaria, supo la terrible verdad: se había quedado olvidado en casa.
.
.
EGOCENTRISMO

Al pie del edificio, junto a la fuente, apareció un “te quiero” con letras de graffiti. Sin firma, ni destinatario. Los vecinos ventaneaban curiosos y sorprendidos, tal vez deseados. Pero cuando los empleados municipales borraron la pintada, nadie entendió por qué se arrojó al vacío Narciso, el chico tímido del sexto.
.
.
.
DEL FIN DEL MUNDO
.
.
PRESAGIO

-Bah, si total son dos días...
Y, efectivamente, lo fueron.
.
.
ANTES DE TIEMPO

Habrían hecho muchas cosas juntos. Lo sabían. Se habrían casado en cuanto terminasen la carrera. Primero vivirían en un piso en alquiler en la gran ciudad. Él era partidario de irse después a un pueblo, a trabajar en el campo. Ella pensaba que la ciudad era lo mejor para los niños.
.
En todo lo demás estaban de acuerdo. Creían de veras que sus vidas estaban destinadas a unirse. Que serían inmensamente felices. Pero dio igual, porque el fin del mundo les sorprendió justo antes de nacer.
.
.
TARDE DE ABRIL

El fin del mundo, que llegó una fría tarde de abril, sorprendió a todos... a todos menos a aquellos dos enamorados que se besaban como si ésa fuese a ser la última vez.
.
.
FINIS MUNDI

Je, y dicen que hoy es el fin del mundo, serán estúp
.
.

lunes, 5 de enero de 2009

COLECCIÓN GAVIOTAS DE AZOGUE 32. ¿QUÉ DECIR DEL DESTELLO? ROBERTO CARRIL

.
.
ENTRE EL AVERNO Y LA LUZ

¿Qué decir del destello?,
vida de instantes.
¿Qué decir del vacío?,
otoño perenne, seco paladar.
¿Dónde está su risa,
su cena o los sueños?


BALADA EN ROJO

Desprovisto de labios para callar
o alas para el sueño infante,
el estadio de soledad nos aguarda en cada partida,
libreta rasgada con manchas de hollín
queda tierra, aire, alma
sin tiempo para trazar caminos
goteando el arpa y no llega al alba.


RETRATO DE FAMILIA

Instantánea de afortunados,
tiempo de soñar con el errante
buscar sobre un cetáceo ese mundo feliz,
tu imaginación busca los claros para el descanso,
quizás el último viaje.


CLARO DE LUNA

El sonido captura el tiempo,
nos lo otorga para amar.
En el Claro de Luna
los pájaros y sus reflejos,
Bohíos vegetales, sirenas en pétalos,
nuestro platónico cuento
en la ola de una nota.
.

COLECCIÓN GAVIOTAS DE AZOGUE 29. PAISAJES. PEPA AURORA RODRÍGUEZ SILVERA

.
.
PASEO

El paisaje como la vida
sólo se posee mientras se transita.


RECUERDO UN PASEO POR LA PLAYA

Recuerdo un paseo por la playa
con intenso olor a mar,
amable brisa,
la luna jugando a mil diabluras con el agua
en cópula de colores
y nosotros como sombras, perdidos
en la cúpula de la noche
emulando sus juegos.


TE AMO

Se acerca la estación del frío…
ya estoy preparando los pies
para calentar los tuyos
y las manos
para acariciarte.
También la voz para decirte
que te amo.
Sé que te gusta escucharlo
cada día
aunque a veces no me oigas.
Prometo
si comienza el frío,
que mi calor
iluminará las habitaciones vacías
para reavivarnos
hasta fundirnos
en la sonrisa de la nada.


OTOÑO

Suave poniente de Otoño
ocaso negro y oro
y temblando la mar que duerme

con un sol en sus entrañas.
.

COLECCIÓN GAVIOTAS DE AZOGUE 26. TRILOGÍA PARA LOS QUE ESTÁN SOLOS. FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES

.
.
PARA LOS QUE ESTÁN SOLOS

una canción para desafinar con las ballenas
un gato decidido a no ser domesticado
un perro con vocación de guardaespaldas
un tiburón disecado en el espejo
un balón para practicar equilibrismo
un ciprés montando en bicicleta
una lámpara visible e invisible
una ventana de sol en malabares
un amuleto que transfigure la nostalgia
una sonrisa jamás descolocada
una razón en pos de lucidez
un corazón entrenado en los comienzos
una ilusión de amor inapagada
una certeza de amor inapagable


DEFINICIONES DE LA SOLEDAD

.
........../ Nueva versión de este conjunto que no invalida la anterior.

la soledad es un viaje sin límites a la sed
la soledad es un insobornable corsario de la memoria
la soledad es la contraseña para que aparezca el espejo
la soledad es un caracol que atraviesa por la garganta
la soledad es el blanco para el tiro ajeno
la soledad es un toque de queda
la soledad es imponerle gaviotas al silencio
la soledad es el naufragio de todos los puentes
la soledad es el límite de la recta
la soledad es una red de anzuelos en el viento


EL PÁJARO DEL CIPRÉS

el pájaro del ciprés no canta
el pájaro del ciprés no vuela
el pájaro del ciprés habita inmóvil
pero es el único pájaro
en el ciprés de la terraza acristalada
y habrá que hablarle en los desvelos y en los despertares
hablarle en los insomnios y en los sueños
y algún día habrá que volar en su entorno
para que el pájaro del ciprés sepa
que tiene un semejante.

.

LIBRO V: COLECCIÓN GAVIOTAS DE AZOGUE. SEGUNDA TEMPORADA. NÚMEROS 26 - 50

.
.
.

CONTRAPORTADA E ÍNDICE DEL LIBRO COLECCIÓN GAVIOTAS DE AZOGUE. PRIMERA TEMPORADA. NÚMEROS 1 - 25

.
.
.
.
TÍTULOS EDITADOS / 25
Primera Temporada. Números 1 - 25.
Julio a Diciembre 2007


1. TRILOGÍA DEL AMOR. Francisco Garzón Céspedes / Cuba/España / Poemas inéditos.

2. UN RECUERDO QUE DEJO. Nezahualcóyotl (Texcoco, 1402/1472) / México / Poema.

3. AMORES. Vivian Watson / Venezuela / Cuentos hiperbreves inéditos en libro.

4. UNA GATA ÚNICA EN EL MUNDO. Francisco Garzón Céspedes / Cuba/España / Monólogo teatral o cuento del “yo mentiroso” al modo de la oralidad.

5. TODO ESTÁ ENLAZADO. Jefe Seattle de la Tribu Suquamish / Tierra piel roja / Carta.

6. MÁSCARAS. José Víctor Martínez Gil / México / Cuentos hiperbreves inéditos.

7. TRILOGÍA DE CUENTOS HIPERBREVES RAROS. Francisco Garzón Céspedes / Cuba/España / Cuentos inéditos.

8. POESÍA COREANA CLÁSICA. SHIJOS. Yi Kae, Wang Pan-yon, Chong Ch’ol, Hwang Chin-i, Yun Sondo / Corea / Siglos XV, XVI, XVII.

9. ESPEJOS. Magaly Sánchez Ochoa / Cuba / Poemas.

10. DE LA SOLEDAD AL AMOR VUELAN GAVIOTAS. Francisco Garzón Céspedes / Cuba/España / Libro de poemas. Nueva versión completa. 10 Extra. EN TORNO A DE LA SOLEDAD AL…

11. CUENTO JAPONÉS DE TERROR: MUJIMA. Yakumo Koisumi (Lafcadio Hearn) / Grecia/Japón.

12. HUELLAS. Maruja Vieira / Colombia / Poemas. 12 Extra. MARUJA VIEIRA, EL AMOR DE LA PRESENCIA / F. Garzón Céspedes.

13. TRILOGÍA DEL CABALLO. Francisco Garzón Céspedes / Cuba/España / Cuentos hiperbreves inéditos.

14. SIGLO DE ORO ESPAÑOL: SONETOS. Gabriel Bocángel / España.

15. ESTACIONES. Ana Mercedes Vivas / Colombia / Poemas.

16. CREDO DEL ACTOR / CREDO DEL ESPEJO. Francisco Garzón Céspedes / Cuba/España / Poema visual inédito en esta versión.

17. POEMAS TAOÍSTAS DEL SIGLO IX. Li Chang-ying / China.

18. COMPAÑÍAS. Mercedes Santos Moray / Cuba / Poemas.

19. TRILOGÍA DE ENCUENTROS. Francisco Garzón Céspedes / Cuba/España / Cuentos hiperbreves inéditos.

20. MANIFIESTOS POÉTICOS. José Martí / Cuba / Poemas.

21. LA SILLA. Mayda Bustamante / Cuba/España / Cuento.

22. CASABLANCA. BAHÍA DE LA HABANA. Francisco Garzón Céspedes / Cuba/España / Poema.

23. POEMAS DE UN DERVICHE ERRANTE. Yunús Emre / Turquía 1238/1320.

24. MI ABUELO DE AKKAR (Selección). Antonio Abdo / Islas Canarias/España / Poemas.

25. TRILOGÍA DEL DESEO. Francisco Garzón Céspedes / Cuba/España / Cuentos hiperbreves inéditos. Modulaciones.
.

.

COLECCIÓN GAVIOTAS DE AZOGUE 21. LA SILLA. MAYDA BUSTAMANTE

.
.
.............................................................. ...A la memoria de Zulema, allí donde estés.
.
A Zulema nunca le gustó perder. Ahora da vueltas sin parar alrededor de la silla de respaldar alto, hecha de madera y cuero policromado, que le acompaña desde su niñez.
.
Primero la silla fue de la bisabuela canaria. De inicio eran seis y en ellas se sentaban hijas, nietas, abuela, pensamientos, confesiones y susurros, a la hora de comer. Aquella visita, que se repetía cada año durante semana santa, era consecuencia de un viaje que duraba más de siete horas. Presas en el vagón de un tren empujado por caballos de madera y cuerdas miserables a las que había que sustituir por otras en cada trayecto. Era en ese momento de reunión, agazapada en las sillas, como linces dispuestos a devorar esos dulces y chocolateados recuerdos, cuando Blanca, así se llamaba la bisabuela, les volvía a contar el cuento que tanto divertía a Zulema. El de la nana, esa esclava negra que la cuidaba, y que huyó al monte, cuando la exasperó mientras planchaba la ropa de hilo de la familia. Nana, harta de tantas preguntas, llantinas y forcejeos, plantó, como si de un acto de liberación se tratase, un borde de la plancha en su culete. Blanca lloró del susto. Pero lloró y gritó más aún, cuando vio que la nana huía despavorida en dirección al monte, aterrorizada por el castigo que le esperaba.
.
Todos los hombres de la familia salieron a buscar a Nana la furtiva, y no pararon hasta encontrarla. Y allí entre tinajones camagüeyanos y vitrales coloniales se la devolvieron a la niña, quien la abrazó y besó hasta muy entrada la noche. Blanca siempre terminaba así su cuento, mientras servía a todos ese zumo afrodisíaco hecho de papaya, mamey y plátano, cuyo sabor hacía tocar el cielo.
.
Ahí está la silla, testigo del tiempo transcurrido entre bisabuela y bisnieta. El tiempo insatisfecho, inacabado, que resbala mudo entre el respaldo y las vueltas, entre astillas y clavos furiosos. Cuando la bisabuela murió, Blanquita, la abuela, a quien siempre llamaron por su nombre pues en aquella época estaba mal visto una mujer divorciada, se llevó dos de aquellas sillas, y cuando murió, tan sólo quedaba una en pie, que fue a parar a casa de la madre de Zulema, hasta que ésta, que ha vivido apegada a muy pocas cosas: unas joyas; regalos del suegro que era joyero, una cotorra que sólo se entendía con ella, un libro: “El país de las sombras largas”, decidió despojarse de sus objetos más cercanos y a Zulema, le tocó la silla.
.
Deja de dar vueltas a su alrededor y se tumba sobre ella. Los recuerdos no cesan, se agitan y van y vienen a la velocidad de un vuelo de halcón. Ha hecho medio siglo de ese trozo fugaz que es la vida. Y está frente a su primera derrota. Se le escapa el amor. ¿Qué no sabe hacer ahora? Ella, que está acostumbrada a dar combates y ganarlos. Las victorias vienen a su memoria. Su gran papel en la vida ha sido el de estratega del éxito; cada revés convertido en triunfo. No ha sido fácil su andar pero nada la ha detenido; sin embargo, ahora no controla. Sabe que debería partir, pero sigue sobre la silla inventándose razones para quedarse.
.
El tedio, la incomunicación, la falta de ilusión, la palabra como fuente de malos entendidos, los reproches, la infelicidad bailan sobre su cabeza al compás de una agónica y estridente música. El ruido ensordecedor distancia cada vez más la melodía interior de cada uno. Está aferrada a aquella imagen que la enamoró, cuando él sin conciencia de que eso se llama fraude, dibujó cada detalle de lo que podía hacerla feliz para después mostrarse tal cual es. No quiere aceptar este fracaso. Era tan simple lo que necesitaba. Es tan simple. Y lo ha intentado hasta no intentándolo, por si era esa la solución.
.
Se levanta. Sabe que tiene que tomar una decisión. Vuelve a dar vueltas alrededor de la silla. La inmoviliza su respiración cercana a ella. Una nueva recriminación cae en el vacío. Se aleja. Y de repente, a ella le viene a la mente la primera batalla que ganó.
.
Tenía apenas cuatro años, cuando su madre la llevaba junto a su hermana un jueves de cada semana, a un programa de televisión que conducía el viejito Chichi. Allí su hermana, una niña de hermosos rizos y enormes ojos y pestañas de color negro como el azabache, había sido contratada para mostrar en el país del son y la rumba, sus especiales habilidades en la danza española, mientras que Zulema, entonces una niña delgaducha, de pelo liso y ojos rasgados, eso sí, muy vivaces, jugaba a la “SILLA”.
.
Siempre ganó y cada vez recibió con orgullo los múltiples regalos que el Viejito Chichí daba, sobre todo aquellas latas de galletas de sal. Fue tanto el ganar, que un día Chichí le pidió a su madre que no la llevara más, aunque a cambio, esa tarde la llenó de juguetes.
.
Y si volver a este juego, fuera la solución, y si volver a la niñez le diera fuerzas, se pregunta Zulema. Y lo organiza todo. Una silla en el medio del salón, la suya, la única para ella. Deja suficiente espacio para dar vueltas a su alrededor. También a punto un sonido para que se escuche sesenta segundos después de iniciado el juego. Ella le llama, él viene. Ha sido invitado a un juego que definirá el curso de sus vidas pero no lo sabe.
.
Muy pronto se ven dando vueltas. Permuta el tiempo una balada triste por un concierto de clavos furiosos, a punto de escupir lenguas de herrumbre. Cada uno buscaba su espacio. La piel tiembla. Juegan a ganar como si en ello les fuera el aire que respiran. Zulema está en su terreno; a este juego siempre gana.
.
De pronto el sonido inunda el salón, Zulema se detiene; él se abalanza sobre la silla.
.
–Gané –dice pletórico, mientras salta sobre la silla y canta: Campeón, campeón, ohé, ohé, ohé... y como siempre no ve ni escucha más que sus propias palabras.
.
–Gané –dice ella casi en un susurro. Avanza lentamente hacia la salida. Se escucha un seco golpe de puerta.
.
.

domingo, 4 de enero de 2009

COLECCIÓN GAVIOTAS DE AZOGUE 6. MÁSCARAS. JOSÉ VÍCTOR MARTÍNEZ GIL

.
.
CAZADOR

El hombre se disfrazó de flor para cazar la mariposa, y la cazó. El alacrán se despojó lentamente de su disfraz de mariposa, y cazó al hombre.


MISERIA

Aquel día el pan le fue más amargo que el café. Eran fantasmas.


TRAICIÓN.

La bala decidió estallar dentro del arma
.
.
.

COLECCIÓN GAVIOTAS DE AZOGUE 5. TODO ESTÁ ENLAZADO / CARTA (1854). JEFE SEATTLE

.
.
Todo está enlazado. / ¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento ni aún el calor de la tierra? Esta idea nos es desconocida. / Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas, ¿cómo podrán ustedes comprarlos? / Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada brillante mata de pino, cada grano de arena en los bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto es sagrado a la memoria y al pasado de mi pueblo. La savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas. / Los muertos del hombre blanco olvidan su país de origen cuando emprenden sus paseos entre las estrellas: en cambio nuestros muertos nunca pueden olvidar esta bondadosa tierra puesto que es la madre de los pieles rojas. Somos parte de la tierra y asimismo ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila, éstos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas. los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia. / Por todo ello, cuando el gran jefe de Washington nos envía el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras, nos está pidiendo demasiado. También el gran jefe nos dice que nos reservará un lugar en el que podamos vivir confortablemente entre nosotros. Él se convertirá en nuestro padre y nosotros en sus hijos. Por ello consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Pero ello no es fácil, ya que esta tierra es sagrada para nosotros. / El agua cristalina que corre por ríos y arroyuelos no es solamente agua, sino también representa la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos tierras, deben recordar que es sagrada y a la vez deben enseñar a sus hijos que es sagrada y que cada reflejo fugaz en las claras aguas de los lagos cuenta los sucesos y memorias de las vidas de nuestras gentes. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre. / Los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed: son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras ustedes deben recordar y enseñarles a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos y también lo son suyos y por lo tanto deben tratarlos con la misma dulzura con que se trata a un hermano. Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. Él no sabe distinguir entre un trozo de tierra y otro, ya que es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana, sino su enemiga y una vez conquistada sigue su camino, dejando atrás la tumba de sus padres sin importarle. Les secuestra la tierra a sus hijos. Tampoco le importa. Tanto la tumba de sus padres como el patrimonio de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano, el firmamento, como objetos que se compran, se explotan y se venden como ovejas o cuentas de colores. Su apetito devorará la tierra dejando atrás sólo un desierto. / No sé, pero nuestro modo de vida es diferente al de ustedes. La sola vista de sus ciudades apena los ojos del piel roja. Pero quizá sea porque el piel roja es un salvaje y no comprende nada. / No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar cómo se abren las hojas de los árboles en primavera o cómo aletean los insectos. Pero quizá también esto debe ser porque soy un salvaje que no comprende nada. El ruido sólo parece insultar nuestros oídos. Y después de todo. ¿para qué sirve la vida si el hombre no puede escuchar el grito solitario del chotacabras ni las discusiones nocturnas de las ranas al borde de la charca? Soy un piel roja y nada entiendo. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque. así como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado con aroma de pinos. El aire tiene un valor inestimable para el piel roja ya que todos los seres comparten un mismo aliento, la bestia, el árbol, el hombre, todos respiramos el mismo aire. El hombre blanco no parece consciente del aire que respira: como un moribundo que agoniza durante muchos días es insensible al hedor. Pero si les vendemos nuestras tierras deben recordar que el aire no es inestimable, que el aire comparte su espíritu con la vida que sostiene. El viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida, también recibe sus últimos suspiros. Si les vendemos nuestras tierras ustedes deben conservarlas como cosa aparte y sagrada, como un lugar donde hasta el hombre blanco puede saborear el viento perfumado por las flores de las praderas. / Por ello consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, yo pondré una condición: el hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos. / Soy un salvaje y no comprendo otro modo de vida. He visto miles de búfalos pudriéndose en las praderas, muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como una máquina humeante puede importar más que el búfalo al que nosotros matamos sólo para sobrevivir. / ¿Qué sería del hombre sin los animales? Si todos fueran exterminados, el hombre también moriría de una gran soledad espiritual. Porque lo que le suceda a los animales también le sucederá al hombre. Todo está enlazado. / Deben enseñarles a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros abuelos. Inculquen a sus hijos que la tierra está enriquecida con las vidas de nuestros semejantes a fin de que sepan respetarla. Enseñen a sus hijos lo que nosotros hemos enseñado a los nuestros, que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra les ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, se escupen a sí mismos. / Esto sabemos: la tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece a la tierra. Esto sabemos. Todo va enlazado, como la sangre que une a la familia. Todo está enlazado. / Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurrirá a los hijos de la tierra. El hombre no tejió la trama de la vida; él es sólo un hito. Lo que hace con la trama se lo hace a sí mismo. / Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con él de amigo a amigo, queda exento del destino común. Después de todo quizá seamos hermanos. Ya veremos. Sabemos una cosa que quizá el hombre blanco descubra un día: Nuestro Dios es el mismo Dios. Ustedes pueden pensar ahora que Él les pertenece lo mismo que nuestras tierras les pertenezcan, pero no es así, Él es el Dios de los hombres y su compasión se comparte por igual entre el piel roja y el hombre blanco. Esta tierra tiene un valor inestimable para Él y si se daña se provocaría la ira del creador. También los blancos se extinguirán, quizá antes que las demás tribus. Contaminen sus lechos y una noche perecerán ahogados en sus propias secreciones. / Pero ustedes caminan hacia su destrucción rodeados de gloria, inspirados por la fuerza del Dios que los trajo a esta tierra y que por algún designio especial les dio dominio sobre ella y sobre el piel roja. Ese destino es un misterio para nosotros, pues no entendemos por qué se exterminan los búfalos, se doman los caballos salvajes, se saturan los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres y se atiborra el paisaje de exuberantes colinas con cables parlantes. / ¿Dónde está el matorral? Destruido. ¿Dónde está el águila? Desapareció. TERMINA LA VIDA Y EMPIEZA LA SUPERVIVENCIA.
.
.

COLECCIÓN GAVIOTAS DE AZOGUE 3. AMORES. VIVIAN WATSON

.
.
DESESPERACIÓN

Cuando terminó de deshojar la margarita, continuó con los dedos de su mano derecha.
.
.
MISTERIO

En la penumbra, la mujer contempló la respiración pausada de su amante, perdido en quién sabe qué orillas del sueño. Quiso seguirlo. Se hundió en él y pasó al otro lado: un paisaje de estrellas y galaxias y al fondo su silueta, lejana, inalcanzable.


GERMEN

Él la mira pasar y ella sabe que él la mira, y se demora, duda, finge ver las vitrinas, se acomoda el bolso, y luego gira, decidida, y empuja la puerta y entra al café y se acerca a la barra y él la mira, la mira, y ella sabe.
.

.

COLECCIÓN GAVIOTAS DE AZOGUE 2. UN RECUERDO QUE DEJO. NEZAHUÁLCOYOTL / EL REY POETA

.
.
¿Con qué he de irme?
¿Nada dejaré en pos de mí sobre la tierra?
¿Cómo ha de actuar mi corazón?
¿Acaso en vano venimos a vivir,
a brotar sobre la tierra?
Dejemos al menos flores.
Dejemos al menos cantos.

.
.

COLECCIÓN GAVIOTAS DE AZOGUE 1. TRILOGÍA DEL AMOR. FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES

.
.
LO SÉ EN EL CIELO CON TINTES DE HOJARASCA

lo sé en el cielo con tintes de hojarasca del amanecer
lo sé en las luciérnagas de los cuerpos sobre la cama
lo sé en los murmullos del despertar a la rutina
lo sé en los pasos cercanos cuando se alejan
lo sé en el pozo de las miradas al reencontrarse
lo sé en las palabras y en las caricias
en sus azoteas y en sus sótanos
en sus paredes y en sus suelos y en sus techos
lo sé una y otra vez al caer y al alzarnos
el amor existe reinventándose en quienes
indefensos, sobrevivientes, afortunados
cada mañana lo reinauguran
reinaugurándose en las huellas de sus cicatrices


CUANDO SE RECUERDA LA CARICIA

cuando se recuerda la caricia de los cuerpos
se recuerda la textura fresca del lino en la piel
cuando se recuerda el compás de los latidos
se recuerda la espuma haciéndose y deshaciéndose donde la ola
cuando se recuerda el contacto de las miradas
se recuerda el impacto de los relámpagos al descubrirse
cuando se recuerda el soplo de las respiraciones
se recuerda el aliento purificador sobre el barro
el amor todo lo recuerda diferente


DONDE HABITA EL CIELO AFORTUNADO

donde habita el cielo afortunado habita la nube
donde habita la tierra fértil habita el desierto
donde habita el agua transparente habita el fango
donde habita el fuego confortante habita la ceniza
donde habita el aire protector habita el desamparo
donde habita la hierba bienhechora habita la maleza
donde habita la sangre cual torrente habita el remolino
donde habita el pájaro de las claridades habita la penumbra
donde habita la canción de cuna habita la elegía
donde habita la memoria imborrable habita el olvido
donde habita el amor de los amantes sólo habita el amor
sólo habita el amor tan habitadamente solo

.
.

LIBRO IV: COLECCIÓN GAVIOTAS DE AZOGUE. PRIMERA TEMPORADA. RECOPILACIÓN NÚMEROS 1- 25

.
.
.
free hit counter