miércoles, 29 de abril de 2009

COLECCIÓN GAVIOTAS DE AZOGUE 49. CUENTOS DEL OGRO. FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES

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AUTOENGAÑO

El ogro comenzó disfrazándose para los demás. Y ha terminado disfrazándose para sí mismo. Se cree normal. Se siente vegetariano. Se piensa exquisito. Es irreconocible para los normales.


CÍRCULO

Hombre alguno devoraría al ogro, ni mujer alguna lo lograría. El ogro, no obstante, es devorado. Y no por un animal. Lo devora entero el ogro de su pesadilla.


DIENTES

Los dientes son la mordida del ogro y bailan. Cuando la boca se retira, los dientes se quedan clavados a la carne. Podría tratarse de una dentadura postiza. Sólo que no lo es.


GOURMET

El ogro tiene mucha hambre. Ha cazado al cazador, pero no se lo come de inmediato porque el ogro ha aprendido de refinamientos. Decide prepararse una “delicatessen”. Invierte tiempo en ahogar al cazador. Le gusta la carne cruda reahogada.


PUNTERÍA

Desestimando que un humano lo es también por su capacidad incorpórea de venganza, el ogro escupe cada hueso del cadáver con tal puntería que rearma su esqueleto. Desde el viento, un hueso regresa a la boca abierta del ogro. Queda clavado en su garganta, oscilando, pulido a dentelladas como trofeo.


TÁCTICA

El ogro ladra al perro. Y el perro maúlla. El gato no. El gato abre la boca y no emite sonido alguno. El canario lo que hace es mugir. Tanto miedo provoca el ogro y su inusual conducta.


TUMBA

La manta le cubrió. Le cubre. Le cubrirá. No puede impedirlo. Ninguno de los dos puede impedirlo. Y eso que podría ser que no se gustaran. Son tela burda y cadáver. Es todo lo que hay para la tumba del ogro.
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