jueves, 27 de agosto de 2009

1989 / ENTREVISTA A FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES REALIZADA EN BOGOTÁ, COLOMBIA

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CUENTOS CONTRA LA AMNESIA COLECTIVA*
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Francisco Garzón Céspedes nació con el don de la palabra y se hizo poeta y cuentero. Dice que es un “narrador oral escénico” y tiene razón, pero además –y sobre todo– forma parte de la estirpe legítima de Francisco el Hombre.

Cada juglar tiene sus propios recursos y una manera intransferible de contar o cantar y Garzón no toca el acordeón, pero posee la capacidad de jugar con los fulgores del verbo. Es uno de esos espíritus que magnetiza el aire cuando habla, nutre la memoria y estimula los sentidos con invenciones orales. Sus cuentos son afirmación y paradoja del tiempo que le correspondió protagonizar, como hombre y como artista.

Garzón es reconocido internacionalmente porque su labor ha sido infatigable. La calidez humana, la sinceridad del habla y la cualificación de sus logros le han permitido propiciar la multiplicación de los cuentos en el epicentro mismo de la rutina y el olvido.

Ha comprendido la importancia de las palabras sencillas y esenciales y se ha lanzado por todas partes a contar historias y leyendas que atentan contra la amnesia colectiva y recuperan algunas cosas positivas para la vida, como el amor, la paz o la buena voluntad. Su trabajo de hormiga y cigarra ha vulnerado la indiferencia de las metrópolis y ha inaugurado la era de los juglares y de la expresión desinhibida, libre, a pesar de los traumas sociales, la soledad absoluta y la incomunicación generalizada de nuestros días.

Acaba de participar en el Festival Internacional del Humor de la Televisión y en el Festival Nacional de Cuenteros (de Contadores de Cuentos). Ha mostrado sus virtudes y ha expuesto sus planteamientos en charlas y talleres. Por eso, aprovechando su paso por Colombia, realizamos un encuentro entre conversación y cuentería.

Lo primero que dijo, a manera de advertencia, fue lo siguiente: “creo en el cuentero, concebido en los espejos del agua, nacido humilde, tantas veces negado, tantas veces crucificado, pero nunca muerto, nunca sepultado, porque siempre resucitó de entre los vivos, congregándolos para ser chamán, griot, fabulador, contador de historias, juglar”.

LA DIMENSIÓN DE LA PALABRA

–¿Cuándo comenzaste a contar?

Desde niño. Yo era muy tímido, pero no resistía las tentaciones del habla. Mi pasión siempre ha sido la lectura y en esos años de infancia compartía las aventuras de los libros con mis compañeros de escuela. Palabras y gestos surgían con impulso natural y referían verdaderas narraciones que ya delataban mi derrotero. No tenía conciencia de lo que sucedía, pero me gustaba contar historias. Después, a los quince años inicié mi experiencia escénica con el teatro y los muñecos. También, en esos días de fuego y esperanza, proyecté mis relaciones con la gente del pueblo, en provincias y en comunidades campesinas. Por ese entonces, escribía, componía, conversaba y decía mis poemas. Así aprendí a manejar diferentes espacios y me relacioné con distintos auditorios.

–Has tenido la experiencia doble de ejercer la literatura (la invención) como escritor y contador de cuentos (en este caso al reinventarla). Hablemos de los contrastes, las diferencias, las semejanzas, los distintos niveles de retroalimentación y, tal vez, la nueva valoración de la palabra.

Soy poeta experimental y tuve relaciones con el concretismo brasileño, conocimiento de los Caligramas surrealistas y conocimiento y/o relaciones con otras experiencias imaginativas de la poesía del siglo XX. En mis poemas comienzan a manifestarse determinados relieves y conceptos, a través de juegos de palabras, búsqueda de formas, disposición en el espacio, ritmos visuales y meta‑lenguajes. Posteriormente, cuando estudio y trabajo en el campo del periodismo, contacto con los recursos de la tipografía, el diseño, la diagramación informativa. Por ese entonces, simultáneamente, estoy haciendo teatro y siento la necesidad de buscarle a la palabra su dimensión oral. Al pasar los años, un buen día fundamos La Peña de Los Juglares, junto con la trovadora Teresita Fernández. Es un espacio mágico, en un claro de bosque, saliendo de La Habana. Allí, Teresita cantaba y conversaba, leía y argumentaba, y yo contaba historias, entrevistaba personajes, comentaba anécdotas y me relacionaba semanalmente con un público que fue creciendo y que me permitió probar mis instintos y asumir lo que terminó siendo el fundamento de mis proyectos actuales. Es decir, que en mi caso, la oralidad y la escritura tienen vigencia y conviven en la misma latitud. Por método, distingo entre literatura y oralidad, así como no confundo al narrador oral escénico con el cuentero. Es verdad que confluyen y participan de aspectos similares y es cierto que mantienen diferencias de origen y de contexto. Claro, si reflexiono me doy cuenta que, además, la literatura como tal tiene muchas maneras de existir (o de seguir existiendo ya transformada) y que vale la pena trabajar en múltiples terrenos.

ALGO DEFINITIVAMENTE HUMANO

–¿Qué pasa cuando la tradición oral popular y el oficio escénico se mezclan como vertientes y producen un fenómeno como el que estamos viviendo en torno a la oralidad como opción artística, creativa, de comunicación directa?

En principio la narración oral escénica suele ser una síntesis del cuento escrito si ésta es la fuente. Lo que pasa es que esa síntesis oral en el ámbito de la palabra está sustentada en el modo en que el narrador oral dice vocalmente las palabras y el lenguaje corporal o no verbal que surge con los movimientos, las miradas y los gestos. Lo que el escritor resuelve por la vía de la descripción o por caminos más extensos, el narrador oral lo desarrolla por la vía sin intermediarios de la convivencia interactiva con el público. Mientras el hecho literario suele ser un proceso cerrado, la oralidad de un cuento es un juego abierto donde las improvisaciones, los ambientes y el presente definitivo cuentan para el caso. La comunicación del verbo es un acto en vivo, irrepetible, Me parece que de todas maneras se va a dar una especie de alquimia porque la cultura actual tiende a fundir expresiones y a trenzar procedencias. Posiblemente seamos testigos y actuantes del encuentro de la herencia popular y las experiencias más recientes.

–Hablas de la expresión oral como un medio de comunicación alternativa. ¿A qué te refieres?

Cuando hablo de comunicación me refiero al efecto que en términos de comunicología se conoce como «propaganda directa» y que tiene que ver con la relación singular que se establece entre un emisor y un conjunto de perceptores, cuando el núcleo de la comunicación se da en una relación sin distancias, donde el emisor original se convierte a la vez en perceptor y los perceptores en emisores. Es por eso por lo que, a pesar de la radio, la televisión, la prensa, el cine, los libros, los carteles, los volantes y las vallas, ningún dirigente político prescinde del encuentro directo con las masas. Por supuesto, el político, según quién sea, puede hacer en ocasiones demagogia y el contador de cuentos requiere de sinceridad. A mí se me ocurre que el cuento debe seguir vivo en la memoria de los que escuchan e inclusive es necesario que el cuento ronde el alma de los oyentes y vuelva a ser contado en versiones infinitas.

–En un mundo como este universo que conocemos, donde la incomunicación es la regla, cobra fuerza una expresión común, que otorga identidad elemental y establece estados de comunicación sencillamente extraordinarios. ¿Qué está pasando culturalmente?

Cuando algo es posible pervive y se extiende, como sucede con este movimiento de renovación oral, que siendo (oral) escénico, pero teniendo vínculos con lo literario, antropológico y artístico, también es algo más, definitivamente humano. Creo que la época coloca las necesidades y que la sociedad está en condiciones de asumir la propuesta colectivamente. De nada valdría la voluntad de un ser humano si no apelara a muchas voluntades y se enriqueciera y transformara en el trabajo conjunto con ellas. Quizá, la cultura nuestra, universal y latinoamericana, deja palpar su crisis y su avance. Eso es un cuento evidente.
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* MOYANO, Juan Carlos. Escritor y hombre de la escena. Diario El Espectador, Bogotá, Colombia, 28 de mayo de 1989. Texto revisado para este libro.
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